Ejecución en Oklahoma
por Mumia Abu-Jamal Forcejeó. Se retorció. Gimió. Se quemó. Clayton Lockett, sujetado a la camilla de muerte en el Departamento de Correcciones de Oklahoma, pronunció palabras, gesticuló, y según informes, pataleó durante 43 minutos después de que se le inyectaron en las venas un coctel tóxico para matarlo. Ese coctel –una mezcla experimental de químicos diseñados para detener su respiración y parar su corazón con un mínimo de dolor–– no funcionó, porque él aparentemente nunca quedó inconsciente. Aproximadamente diez minutos…