Por Mumia Abu-Jamal
Cuando surgió el Partido Pantera Negra en el Norte de California en 1966, las imágenes proyectadas en ese periodo inicial eran bastante llamativas.
Las fotos y videos de jóvenes negros –hombres y mujeres – portando armas para la defensa propia y comunitaria—rompieron con todas las imágenes anteriores y marcaron una nueva manera de ver a las personas negras.
Antes, las veíamos orando, marchando, llorando, o aguantando los ataques salvajes de las fuerzas armadas del Estado.
Las nuevas imágenes fueron indudablemente el resultado de la planeación consciente de Huey P. Newton, quien bien conocía las formas en las que los medios de comunicación determinan la consciencia.
Por eso la transmisión de la manifestación en Sacramento encabezada por Bobby Seale, cuando Panteras armados entraron en el Capitolio del estado de California, pegó con el poder de un trueno.
Ese evento, tal vez más que cualquier otro, llamó la atención de millones de personas e impulsó la primera fase del crecimiento de la organización.
Fue un gran adelanto que despertó a decenas de miles de jóvenes negros y los atrajeron al Partido. También marcó el inicio del Movimiento de Liberación Negra, una formación distinta del Movimiento de Derechos Civiles.
El Partido Pantera Negra fue una expresión que salió de lo más profundo del corazón del pueblo negro. Al Estado le costó una represión monstruosa frenarlo. Ésta tal vez se reflejó con mayor claridad en el asesinato de Fred Hampton el 4 de diciembre de 1969, mientras dormía en su cama.
Esa fue ‘América’ en acción. Su cara verdadera. Así reaccionó la llamada “tierra de los libres” al ascenso de un movimiento negro por la libertad.
De la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.