Hotel Abismo: Malintzin: del nombre reverencial a la calumnia nacionalista

Por Javier Hernández Alpízar

Lamentable y contradictoriamente es la mirada de él, Cortés, la que se ha preferido en la historia nacionalista, pero desde nuevas miradas que recuperan otras historias, ella, más que Malinche, se devela Malintzin, con su muy significativo reverencial.”

Yasnaya Elena A. Gil.

De la palabra “Malinche” se derivó “malinchismo”, adjetivo peyorativo para denostar el desprecio de lo propio, la sobrevaloración de lo extranjero y la traición. Yasnaya Elena A. Gil no la menciona, pero un claro ejemplo es la letra de “La maldición de la Malinche”, canción de Gabino Palomares, un clásico panfleto nacionalista que se hace eco de falsedades y lugares comunes sobre Malintzin.

En Tres veces tres, En clave Malintzin: Nueve aproximaciones a su figura, la escritora ayuujk (mixe) Yasnaya Elena A. Gil nos entrega nueve filtros para mirar la imagen histórica de la intérprete que se elevó de la más ínfima condición en el México prehispánico, esclava, a las más altas dignidades como intérprete entre el náhuatl y el castellano y diplomática artífice de la alianza indígena que reunió al ejército que tomó en 1521 la ciudad de Tenochtitlán.

Reverenciada con el sufijo “tzin”, que en el náhuatl confiere una alta dignidad, representada en el Lienzo de Tlaxcala con una figura más alta que Hernán Cortés, porque era ella el rostro y la voz con la que negociaban y concertaban alianzas los pueblos prehispánicos de diversas lenguas que marcharon a tomar Tenochtitlán, un ejército con más de 90% de integrantes de los pueblos mesoamericanos y menos del 10% de españoles (la proporción podría ser de 99% pueblos no mexicas), fue vilipendiada cuando, en el siglo XIX, se construyó el discurso nacionalista que, anacrónicamente, decidió hacer de los mexicas los “mexicanos” y de sus conquistadores no mexicas (tlaxcaltecas y Malintzin, entre otros) unos “traidores”. Algo tan absurdo como acusar a ingleses y franceses de “traicionar” a Alemania e Italia, por ejemplo.

De esta manera, la mujer que los pueblos conquistadores de Tenochtitlán vieron como un personaje central en su victoria militar en 1521 y en el inicio de siglo XVI, mujer sin la cual no se hubiera podido hacer la alianza que conquistó Tenochtitlán (no sólo los tlaxcaltecas, sino otros pueblos nahuas, y otros pueblos mesoamericanos como los totonacos y los otomíes) pasó en el discurso nacionalista a ser considerada de manera anacrónica y, por ende, falsa, como una “traidora”.

El discurso nacionalista es develado por Yasnaya Elena A. Gil como machista, misógino, patriarcal y racista. Un discurso basado en premisas históricamente falsas, que se pliega más a la narrativa interesada de Hernán Cortés, quien e sus Cartas de relación minimiza el papel de Malintzin. Se evidencia en la simplificación de El laberinto de la soledad de Octavio Paz, quien la presenta como “la chingada”, la “violada”, la mujer ultrajada o seducida (o enamorada) por Cortés. Y queda así en la historia oficial del nacionalismo de los siglos XIX y subsiguientes no con el nombre que le conocieron los pueblos mesoamericanos, con el reverencial Malintzin, sino con el que le dieron los españoles, quienes no podían pronunciar el reverencial y le llamaron “Malinche”.

Y no sólo es el Lienzo de Tlaxcala el que presenta a Malintzin como una mujer reverenciada, sino testimonios en el juicio que su hija, María Jaramillo, entabló para defender una encomienda en Oluta, su tierra natal, de acuerdo con lo cual su lengua materna sería el oluteco, la primera de las varias lenguas que ella habló: oluteco, maya, náhuatl (incluido el náhuatl culto de la diplomacia y la alta política) y castellano, al menos.

Asimismo, la “danza de la Malinche” que niñas y jóvenes se disputan el honor de bailar en diversas comunidades nativas en Oaxaca y otros regiones de México e incluso en Los Ángeles, tiene de Malintzin una representación de dignidad y reverencia.

Yasnaya Elena reflexiona en diversos otros temas alrededor de la figura de esta mujer calumniada y vilipendiada por la historia oficial del Estado mexicano nacionalista. Desde el cambio de los nombres en los niños y niñas que nacían un día aciago, para modificar su destino (así, por otras razones, la transformación de Marina en Malintzin revela cómo una mujer cambió su destino) hasta el lugar que fueron ocupando los huipiles, de símbolo de distinción a ser prenda de ignominia para una doctrina y práctica racista. El paso de lo reverencial de la alta dignidad a la ignominia es paralelo en los huipiles que portaba orgullosamente Malintzin y en su figura histórica.

La autora de este breve libro, publicado en el número 1 de la colección “1521, un atado de vidas” de la serie “Material de lectura” de la UNAM, nos ofrece nueve filtros (numerados con signos mayas) que modifican nuestra mirada sobre una mujer que hizo parte de la historia de México, evidenciando que ella no fue cómplice de la edificación de la colonia, pues incluso a la postre fue su víctima también, pero sobre todo en el periodo “independiente” y nacionalista.

La corrección de falsedades históricas gruesas y burdas, como la identificación anacrónica e ideológica entre Tenochtitlán y México, es muy necesaria en momentos en que la historia nacionalista de bronce se reedita con figuras nacionalistas de cartón piedra (austeridad, señores) como historia que se repite, aunque, la segunda vez, en clave de farsa (Marx dixit).

El núcleo racista, misógino, machista, pero sobre todo falso, de ese nacionalismo, puede ser desmontado mediante un método de lectura, estudio y reflexión crítica claro como el que sigue esta lingüista ayuujk. Ese nacionalismo puede ser desarticulado junto con sus categorías generalizadoras y estigmatizantes, como “mestizo” o “indígena”:

Pero un día, (dice Yasnaya Elena A. Gil) volveremos a ser mixe o zapotecos o totonacos sin ser indígenas, del modo que Malintzin también cambio su destino”.

Yasnaya Elena A. Gil, Tres veces tres, En clave Malintzin: Nueve aproximaciones a su figura, “1521, un atado de vidas”, Material de lectura, UNAM, México, 2021.

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