CAMINANDO EN LA OSCURIDAD

Por Mumia Abu-Jamal

Durante años me ha sido difícil escribir o hablar sobre mí mismo. Las historias de otras personas me parecían más interesantes, hasta ahora.

Hace varias semanas, mientras caminaba sobre la vía principal que viene desde el comedor, me di cuenta que ya no podía distinguir una sola cara en el río de hombres que pasaba.

Es cuando supe qué tan mala  se había vuelto mi vista.

No le dije nada a nadie, ni siquiera a mis abogadas, tampoco a mi esposa Wadiya. No lo mencioné a mis simpatizantes o a mi doctor personal Joseph Harris, de Nueva York.

Por una parte, ¿qué podrían hacer? Y por otra, los presos somos muy cautelosos en contar nuestras discapacidades a otros presos porque uno no quiere verse débil entre estos hombres.

Cada vez que usaba una gota con esteroides para los ojos, mi visión parecía lechosa, como si alguien hubiera jalado una pantalla blanca sobre los dos ojos.

Me di cuenta, para mi horror, que estaba funcionalmente ciego porque no pude leer un periódico, un libro, o las caras de otros.

Cuando fui con un oculista para un examen, el guardia que me acompañaba dijo: “¡Carajo, Jamal, estás más ciego que un murciélago!” Lo dijo porque las pruebas revelaban que no pude ver nada—ni letras ni dedos.

El aspecto lechoso se ha desvanecido desde que  dejé de usar las gotas. Pero mi visión se ha vuelto tan mala que uso voces para reconocer a la gente, de la misma manera que lo hace una persona ciega.

Mi vista queda peor que mal.

Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.

—(c)’19maj

30 de junio de 2019

Audio grabado por Noelle Hanrahan, www.prisonradio.org

Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com

Traducción Amig@s de Mumia, México

https://amigosdemumiamx.blog/2019/07/07/caminando-en-la-oscuridad/

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