20 de noviembre Ciudad de México: Del baile al manicomio #20NovMx

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Foto: cortesía de @baronesarampant

La gran movilización de hoy 20 de noviembre fue principalmente el lugar de encuentro de la sociedad civil; con el desfile oficial cancelado, las manifestaciones se convierten en el verdadero Aniversario de la Revolución. 

La manifestación de este 20 de noviembre tenía 3 puntos de salida. Ángel de la Independencia, Tlatelolco y Monumento a la Revolución. Hubo contingentes que de por sí ya llegaron como tales marchando desde puntos de origen secundarios. La Sociedad Civil se encontró ocupando las calle de la ciudad de distintas formas.

Los oficinistas tantas veces denostados crearon vallas afuera de sus lugares de trabajo antes del comienzo de la gran movilización durante su hora de comida. Se reunieron en torno a la consigna #CorbatasPorAyotzinapa

A través de la Red, se fueron dando a conocer manifestaciones en Washington, Buenos Aires, Leipzig, que mostraban su solidaridad con Ayotzinapa. Personajes públicos secundaron las exigencias por medio de comunicados y acciones en actos públicos.

La gran movilización tuvo un sentimiento de verbena. El acto oficial del desfile para celebrar el 104 Aniversario de la Revolución había sido cancelado por el Gobierno Federal y el movimiento ciudadano emuló de algún modo el centenario de la entrada del Ejército Libertador del Sur y la División del Norte a la Ciudad de México. Los diversos y diferentes estratos del pueblo de México se manifestaban durante el recorrido: estudiantes, sindicatos, organizaciones sociales, ancianos, discapacitados, niños, organizaciones feministas, religiosos, profesionistas, bajo el rezo-consigna del 43. (Los contingentes cuentan del 1 al 43, en referencia a los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.)

El primer gran contingente que llegó al Zócalo fue el que salió del Monumento a la Revolución, el segundo fue el del Ángel de la Independencia y el último en arribar fue el que salió de Tlatelolco. Paso a paso durante el mitin cada orador exponía inquietudes y exigencias sobre la carencia de garantías dentro del territorio mexicano; también se habló de propuestas en torno a seguir organizándose y acompañar el proceso que detonó la inercia social.

La organización y estructuración de un verdadero pacto social, en el que la sociedad esté representada y el Estado tenga que rendir cuentas, parece un fin ineludible de este movimiento. La aparición con vida de los 43 normalistas es la punta de la lanza que se enarbola. El Gobierno y sus representantes deberán responder por sus actos de omisión y responsabilidades directas. Estas células solidarias -los manifestasntes, los contingentes- esgrimen exigencias propias, reclaman resolución a crímenes cometidos en su contra, no solo Ayotzinapa. Hay un hartazgo en esta olla de presión. Se marcha porque se determina cambiar al país, por eso tanta la gente que se manifiesta en México -las dimensiones de las manifestaciones son asombrosas-. Tal vez haya desconocimiento sobre otros mecanismos de articulación de la sociedad, salir a la calle  por el momento es trascendental. La gente no ha agotado de ningún modo la vía pacífica, apenas la experimenta.

Cuando el mitin finalizó, los manifestantes no habían terminado de arribar al Zócalo. Hubo varios llenos durante el transcurso, gente que se iba y otra que llegaba. La policía cargó más tarde para desalojar la plancha; hubo golpizas de los granaderos contra civiles y detenciones. El GDF y el Gobierno Federal son los responsables de estos actos de violencia, no los manifestantes. El Estado, los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en todos sus niveles, carecen de legitimidad ante los ciudadanos mexicanos porque se han convertido a través de la vía electoral en una camarilla de criminales. La vía electoral que en un país como Uruguay llevó a Mujica a la presidencia, en México es una trampa para la sociedad mexicana.

Al final la gran movilización deja tareas y preguntas, hoy se comenzó, a pesar del tema doloroso que reúne a la gente, como un baile. Hay gente que nunca se imaginó a sí misma manifestándose en una marcha, que todo lo veía de lejos. Pero ahora sabe que no está y nunca ha estado sola, que era cosa de dar un paso y luego otro, y que era cosa de abrazar y dejar abrazarse. No hay silencio más fuerte que éste, la reflexión de los que exigen la aparición con vida de los 43 normalistas, futuros maestros de futuros mexicanos de la regiones más marginadas del país. El silencio -la indignación-, contra el manicomio en que nos ha querido convertir el Estado -gobernantes, narcotráfico, oligarquía- al servicio de la cúpula que se enriquece a costa de los recursos naturales y humanos de la nación.

Epílogo

¿Y qué sigue? Organizarse como lo han venido haciendo diferentes comunidades en el país para no solo responder ante la brutalidad del Estado, sino para estructurar un proyecto de nación más justo, con la renegociación del pacto social por el cual se supone aceptamos regirnos.

Foto: cortesía de @baronesarampant

Texto: Román S.

 

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