Hotel Abismo: Cuitláhuac: la reconstrucción de un retrato casi sacado de las cenizas

Por Javier Hernández Alpízar

A Lukas Avendaño, su familia y su red de apoyo,

de cuya vida e integridad física much@s estamos atent@s…

Y a su digna demanda de justicia para Bruno

Cuitláhuac: señor de la casa de los dardos” es un virtuoso ejercicio de reconstrucción de un perfil biográfico a partir de muy escasos indicios documentales. La historiadora Clementina Battcock reúne esos escasos datos precisos y los incorpora en un marco histórico más general de la hipotética, pero históricamente rigurosa verosímil, trayectoria de educación, formación militar y estricta formación para gobernar que debió haber seguido un personaje que llegó a ser el penúltimo tlahtoani (del tlahtolli: palabra, el que habla, como sinónimo de autoridad gobernante) mexica.

Esta aproximación tiene que ser así porque el preciso momento histórico en que fue protagónico Cuitláhuac es el de la guerra de resistencia al asedio, sitio y guerra de conquista de Hernán Cortés, su pequeña tropa española y el inmenso ejército indígena aliado que culminó con la caída y conquista de Tenochtitlán en 1521. Esas circunstancias dificultan la elaboración y conservación de documentos de crónica e historia.

Sabemos con más precisión sobre la muerte del gobernante mexica que sobre su infancia, juventud y desarrollo, porque fue víctima mortal de una de las epidemias que diezmaron fuertemente a la población tenochca, enfermedades (“huey xoxoliztli”, pronunciado después como “cocoliztli”) que terminaron jugando el papel de un “arma biológica”, emergente del solo contacto entre dos poblaciones, la europea y la mesoamericana, que habían estado geográficamente aisladas una de la otra.

Además de elaborar un marco general del tipo de vida, formación y disciplina en la que se educaba a los integrantes de la nobleza mexica, de entre quienes surgían los gobernantes (tlahtoani), así como los más altos sacerdotes y líderes militares, Clementina Battcock analiza las representaciones de Cuitláhuac en los códices que se conservan.

A manera de ejemplo, en una lista de las cualidades que los mexicas exigirían a un posible gobernante, incluye éstas: “Pertenecer al estrato pilli y ser pariente del tlahtoani difunto. Haberse educado en el Calmécac. Poseer valentía. Tener aptitudes para la guerra. Ser abstemio. Ostentar prudencia y sabiduría. Hablar con habilidad y corrección. Ser recatado.”

Por definición, prácticamente, si Cuitláhuac no hubiera cumplido con esos exigentes requisitos de una cultura aristocrática o noble, con un fuerte sentido guerrero (recordemos que era para ellos estructural y sistemática la “guerra florida”, relacionada con el culto al sol), ni siquiera habría sido considerado para ascender a la autoridad de tlahtoani.

Cuitláhuac era hijo del señor Axayácatl y según un texto histórico del jesuita Francisco Javier Clavijero (Historia antigua de México), citado por Battcock “Su valor y disciplina militar le hizo muy recomendable a su nación, y algunos españoles que tuvieron noticia individual de su carácter afirmaron que si la muerte no le hubiera cortado los pasos, no hubiera ganado Cortés a México.”

Con esos elementos, la historiadora nos brinda un perfil, un retrato que nos aproxima a un personaje central en esa etapa final de la historia de los mexicas, gobernante y líder de la resistencia, a quien puede atribuirse el éxito de la estrategia de guerra que propinó a los españoles y sus aliados indígenas la histórica y simbólica derrota de 1520, que en la historia tradicional suele llamarse “la noche triste”.

El conocimiento más cercano del perfil biográfico de personajes de la historia de Mesoamérica, y de lo que después se llamará la Nueva España y actualmente México, puede permitirnos quizá entender que los éxitos o fracasos en los enfrentamientos no son resultado de la supuesta superioridad o inferioridad de una civilización, sino que intervienen muchos y complejos factores (las epidemias, por ejemplo) que a veces hacen parecer que “los dados estaban cargados”, metáfora lúdica que alguna vez le escuché al maestro Bolívar Echeverría, quien toda su vida reflexionó en estos temas.

Clementina Battcock, Cuitláhuac: señor de la casa de los dardos”, Material de Lectura 8, colección 1521: Un atado de vidas, UNAM, México, 2021.

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