Hotel Abismo: Lemnískata: una aproximación a las infinitas posibilidades del cuerpo humano

Por Javier Hernández Alpízar

Así debió haber sido el comienzo de todo, en la penumbra y el silencio genésico.

Quizás cuerpos o corpúsculos en un lento desplazarse, moverse, encimarse y desdoblarse. Cuerpos que pueden ser de partículas subatómicas, átomos, moléculas, aminoácidos, proteínas, células, tejidos, o pequeños seres vivos, antes de diferenciarse en vegetales o animales.

Apenas una franja de luz debajo del telón ilumina los cuerpos morenos rodantes.

El dragón Uróboro, dijo en su nota La Razón. Aunque quizá Lemnískata nos conduce a un tiempo, lógica y cronológicamente, anterior a la razón.

Este impresionante espectáculo es una instalación para cuerpo humano en que Lukas Avendaño (Premio a la Identidad Indígena, FICWALMAPU, Temuco, Chile) no está en escena como intérprete, sino como coreógrafo, como creador y director.

Catorce intérpretes masculinos desnudos se mueven como materia viva que germina antes de la individuación. Los cuerpos se separan como esporas o larvas, se incorporan como plantas o animales en desarrollo fetal. Alzan los brazos como ramas vegetales o astas de rumiantes. Se incorporan como homínidos. Se paran frente a frente en siete parejas.

El referente que ha dado el investigador y director Lukas Avendaño es la Coatlicue, pero Lemnískata es el nombre de la figura del infinito matemático. Una palabra en latín, en el título de la obra. Porque el espectáculo escénico no es solo indígena o étnico, sino un espectáculo humano que se encarna, se instala en cuerpos morenos como los cuerpos indígenas, pero narra la universalidad de la potencia del cuerpo, pues, todavía no sabemos de todo lo que es capaz un cuerpo, como dijera Baruch Spinoza.

Los círculos luminosos en el escenario minimalista refuerzan la idea de moléculas de agua o de astros que presencian el espectáculo cósmico. Como si fuera un espejo actual de 2001 Odisea del espacio, Lemnískata puede ser el infinito del tiempo y el ritmo del mito, del origen que se desenvuelve frente a nuestras miradas.

Hay una única intérprete mujer, la madre de los vivientes. Y los hombres, el colectivo humano hijo de la Madre Tierra, hacen lo que el impulso de su cuerpo les impele a hacer y ser: crecer, buscar, escalar y caer, pretender levitar, volar, ascender y descender, atravesando de nuevo la membrana sutil del renacimiento.

La lentitud va gradualmente dejando paso a cuerpos ya reconociblemente humanos que practican la agricultura o la matanza, que mueren y renacen. Humanos que arriban a la voz humana no solo por la palabra sino por el canto, en binni záa (zapoteco). Antes ya la música experimental de Tecuexe Band nos había dispuesto auditivamente en una atmósfera cósmica y mítica.

Usando máscaras tastoanes, llegan a la persona, al sujeto comunitario. Y a la danza, con la euforia de tambor y el silbato que obsequian un ritmo frenético, con el cual Lemnískata cierra con los decibeles de un concierto de rock, afirmando al final la fuerza y la energía de haber nacido, de seguir siendo, de ser un cuerpo que explora sus posibilidades, personales y colectivas.

Estrenada el 8 de julio en Guadalajara, Lemnískata es un espectáculo escénico experimental y contemporáneo, como expresó la Gaceta UNAM.

Compuesta y dirigida por Lukas Avendaño, Lemnískata se presentará en Holanda, en el Festival Re-Birth (Re-nacimiento), los días 23 y 24 de febrero de este 2024.

Intérpretes: Natalia Martínez Mejía, Abdiel Villaseñor, Edgar Pol, Víctor Villasana, Leo Vara, Emmanuelle Sanders, Omar Santiesteban, Oswaldo (Wacho) Gómez, Ramón García, Hazael Sánchez Rangel, Víctor Hugo Loaiza, Víctor Gil Méndez, César López, Milton Uriel Onofre Vázquez y Erick Dachill. Empresa productora: Moves, Producción, Gestión y Promoción Escénica.

Comentarios cerrados.