Hotel Abismo: Metabolismo. ¿Es Marx antiecológico?

Por Javier Hernández Alpízar

A los hacedores de la revista Metabólica.

En biología, el término “metabolismo” significa el proceso de transformación de sustancias químicas mediante el que los organismos vivos asimilan lo que los nutre, lo incorporan a sí mismos y desechan lo que no necesitan y lo excretan. De modo que el metabolismo incluye otros procesos como nutrición, digestión y respiración; anabolismo y catabolismo: análisis y síntesis de sustancias.

Etimológicamente, la palabra está formada por la palabra griega metabolé (cambio) y el sufijo ismo, que dice: cualidad o sistema. Es decir, el sistema de cambios, transformaciones.

El concepto de metabolismo es usado por Karl Marx para referirse a la relación entre el ser humano y la naturaleza, mediada por la producción, el trabajo humano.

Cuando Hannah Arendt explica el concepto de labor (en su distinción entre labor, trabajo y acción), se refiere a Marx como el filósofo de la labor que introduce el concepto de metabolismo y se ayuda de él para explicarla: “… “la labor es una actividad que se corresponde con los procesos biológicos del cuerpo; esto es, resulta evidente que, como dijo el joven Marx, se trata del metabolismo entre el hombre y la naturaleza, o de la forma humana de este metabolismo que compartimos con todos los organismos vivos. Al laborar, los hombres producen las necesidades vitales que deben ser incluidas en el proceso vital del cuerpo humano.”

Lo cierto es que no sólo el joven Marx se refirió al metabolismo, sino que en El Capital sigue usando el concepto: …“el trabajo es, independientemente de todas las formaciones sociales, condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana.”

Es decir, el trabajo, la producción material de valores de uso (bienes de uso y bienes de consumo) no “supera” la naturaleza, la primera creadora de los valores y bienes de uso, sino que el trabajo es natural, es una prolongación mediante el agente humano (cuerpo humano laborioso y trabajador), de la naturaleza. Así lo anota Marx en su Crítica al programa de Gotha:

El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡qué son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre.”

La naturaleza crea valores de uso de manera espontánea; el ser humano, valiéndose de su cuerpo y su fuerza de trabajo e inteligencia (naturaleza todos ellos), produce valores de uso transformando lo ya recibido de la naturaleza y apropiándoselo.

Negar a la naturaleza como fuente de riqueza, de valores de uso, implica un velo ideológico que alfombra el camino para la propiedad privada: se piensa que el trabajo es el único productor de riqueza y luego se hace un esquema metafísico en el que se naturalizan las relaciones de propiedad privada y de producción capitalista mistificando, como ahistóricas, además de las condiciones naturales, las condiciones sociales e históricas del trabajo y la producción.

El condicionamiento de la naturaleza sobre los seres humanos se atenúa conforme crecen la complejidad y el condicionamiento social, pero jamás desparece, porque el ser humano no puede crear valores de uso desde la nada, siempre tiene que iniciar por una fuente natural.

Incluso la injusticia en el ordenamiento social acentúa el condicionamiento natural de los oprimidos, como expresa Alfred Schmidt, de la Escuela de Frankfurt, en El concepto de naturaleza en Marx.

El dominio de la naturaleza no organizado en forma socialmente justa, por grande que sea su desarrollo, sigue significando que se está a merced de la naturaleza”.

Los ejemplos de pandemias, desastres socioambientales y cambio climático son un claro ejemplo de lo que dice Schmidt.

El concepto de metabolismo registra y reconoce que ningún proceso de producción humana, por complejo o potente que sea, puede prescindir de la naturaleza: fuente primera de la riqueza material, de valores de uso.

Además, si es un metabolismo, significa una interacción profundamente enraizada en el ser humano, en su cuerpo y sus procesos bilógicos, en su naturaleza misma.

Por ende, las contradicciones con la naturaleza y la depredación de la misma no se justifican, sino que apremian por soluciones más inteligentes y sensibles.

Probablemente bajo casi cualquier modo de producción habrá un grado de deterioro ambiental, pese a que en la naturaleza todo se recicla (agua, carbono, nitrógeno), pero el capital no tiene límites en su avidez de producción de valor de cambio (el Rey Midas a escala industrial y global) y, por ello, el metabolismo humanidad-naturaleza se enferma, se deforma, se corrompe, se vuelve más tóxico e incluso radiactivo.

Si recordamos nuestra condición de humanos dependientes de la naturaleza y hacemos que sea un eje del cambio que se necesita en nuestro modo de producción, que en el caso capitalista se ha vuelto un modo de destrucción, dijera Jean Robert, podemos acercarnos a un programa ético-ecológico-económico-cultural-político como el que han enarbolado los activistas frente al cambio climático- calentamiento global-: “cambiemos el sistema, no el clima”.

En este sentido, Karl Marx no es un parapeto para hacer del ser humano un emperador de la naturaleza que pueda comportarse con ella tiránica y despóticamente, sino que los conceptos de metabolismo y de naturaleza de Marx son perfectamente compatibles con el cuidado de la Tierra, tal como lo entienden ecologistas como Leonardo Boff, activistas como Greta Thunberg, o como lo entienden los pueblos indígenas, para quienes la naturaleza en Madre:

Los pueblos originarios –escribió la médica tradicional nahua y defensora del territorio María de Jesús Patricio Martínez – tienen una relación estrecha, tamizada por sus tradiciones, con la Madre Tierra y con el territorio que ocupan; en él se incluyen la tierra, el aire, el agua y el bosque.”

Una posible clave es rastrear el concepto de Altépetl (Atl= agua; Tépetl= montaña, cerro) que, nos recuerda Jean Robert en una brevísima fenomenología del habitar, implica una relación profunda, cultural e históricamente arraigada, con el entorno natural. Otros pueblos indígenas tienen análogos conceptos de Madre Tierra, Pachamama, Madre Ceiba, un poco como la Physis griega que dijo Heidegger.

Marx no abogó por la destrucción de la comuna rural y campesina rusa, que el estalinismo finalmente sí operó, sino que pensó, así lo escribió a Vera Zasulich, que podía ser la base de un futuro comunismo, un comunismo no depredador de la naturaleza sino metabólicamente articulado, arraigado, en esa cultura rural campesina.

Quizá por eso la propuesta zapatista actual es anticapitalista, porque también tiene a la naturaleza, a la tierra, a la Madre Ceiba, como base de un metabolismo entre ella y las comunidades campesinas e indígenas autónomas.

Asimismo, otros pueblos indígenas, campesinos, rurales y urbanos incorporan conceptos como territorialidad, dice Jean Robert. Defensa del territorio, y de la vida, donde vivimos y donde laboramos y trabajamos metabólicamente.

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