Hotel Abismo: El derecho de elegir, el derecho a la herejía: Elena Garro

Por Javier Hernández Alpízar

A quienes han elegido

El cuento de Elena Garro “La culpa es de los tlaxcaltecas” es fantástico: una mujer casada con un hombre mexicano del siglo XX, también está casada, en otra época histórica con su “primo marido”, un guerrero azteca. Ella vive en ambas épocas.

Entre otras cosas, el relato retrata el drama de la caída de Tenochtitlán y el traumatismo histórico soterrado en la base de una sociedad mexicana que se reivindica “mestiza”, pero sigue siendo racista contra los indígenas. A lo largo del texto, se repite como leit motiv la frase del título, “la culpa es de los tlaxcaltecas”.

Elena Garro nos pone frente a dos épocas históricas: el siglo XX, en el México de la época de López Mateos, con su machismo y violencia contra las mujeres (su marido le pega y, dicen las trabajadoras domésticas “casi la mata”). Y a través de la obsesión de la protagonista, quien está leyendo a Bernal Díaz del Castillo, representa de manera fantástica el drama de una ciudad sitiada y derrotada, y la masacre que debió ser el final de Tenochtitlán en 1521. “Es el fin del hombre”.

Es un relato difícil de entender. Quizá porque su función es perturbar, inquietar, y lo consigue muy bien. Es decir, se entiende que es un cuento fantástico, porque la protagonista se va al final con su “primo marido”, casi ante los ojos de Nacha, quien, con sororidad interclasista, le prepara café y escucha sus confidencias. Pero la idea de “traición” es de mucha sutileza psicológica. ¿Se refiere a que tiene un “segundo marido” o mejor dicho dos maridos? Además, hace ruido la frase “la culpa es de los Tlaxcaltecas”, porque los tlaxcaltecas eran un pueblo tan distinto a los mexicas que no se puede hablar de “traición” por su alianza con los españoles, pues sería como acusar a los franceses de “traicionar” a los alemanes.

El cuento “La culpa es de los tlaxcaltecas” menciona a Adolfo López Mateos como presidente (su sexenio fue entre 1958 y 1964), al cual el marido de Laura del siglo XX no se quita de la boca. La Guerra Fría está en un momento climático, pues el triunfo de la Revolución Cubana sucedió en 1959 y la crisis de los misiles se dio en 1962. En México se vive en esos años la estabilidad económica y el crecimiento que llamarán “Milagro Mexicano”. El nacionalismo se ha inventado que los mexicas, tenochcas o aztecas son los mexicanos antes de que existiera México, así que los tlaxcaltecas son vistos como traidores, lo mismo que Malintzin (la Malinche), de quien se deriva como peyorativo el “malinchismo” como sinónimo de xenofilia, por ejemplo: el gusto por músicos, deportistas u otros personajes extranjeros. También en España vieron como “traidor” a Gonzalo Guerrero, quien se asumió maya y luchó y murió con un pueblo maya, en el cual tenía esposa e hijos.

Sería interesante saber por qué Elena Garro destacó esa frase y las alusiones a la traición. ¿Tal vez porque las mujeres son juzgadas muy severamente, al menor desliz, por “traición”, como “traidoras” (así se asume Laura) o “traicioneras” (así se reconoce Nacha)? ¿O es una ironía sobre el nacionalismo que prevaleció en los gobiernos de la época?

En todo caso, podemos ironizar la “traición” y verla en positivo como elección: “—Yo digo que la señora Laura no era de este tiempo ni era para el señor”… dice Nacha. Y ella también elige: “—Yo no me hallo en casa de los Aldama. Voy a buscarme otro destino”…

Así como Laura eligió quedarse con su primo marido, y eso, a los ojos de una ortodoxia patriarcal y de clase podría ser juzgado como traición, así los tlaxcaltecas eligieron aliarse con Hernán Cortés y con los totonacos, otomíes y otros pueblos para elegir otro destino que ser tributarios de los mexicas y sus guerras floridas, con sacrificios humanos rituales y demás.

Probablemente la historia le debe mucho a las “traiciones”, las elecciones, las herejías, y no para progresar o “retroceder”, sino simplemente para moverse, para no estancarse.

Algo de ese carácter herético, crítico (“¿traidor o traicionero?”) de Laura y de los tlaxcaltecas tuvo Elena Garro, y como ellos, y como Malintzin, se hizo sin desearlo de mucha mala prensa, pero su escritura, en cuentos como éste, en obras de teatro como “Los perros”, en novelas como Un traje rojo para un duelo, son fundacionales de un país otro, donde ´podemos tener el derecho a elegir, el derecho a la herejía, gracias a precursoras como ella.

Elena Garro, “La culpa es de los tlaxcaltecas”, Material de Lectura 141, Narrativa, UNAM, México, 2021.

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