Hotel Abismo: Producir colectivamente imaginarios para la vida

Por Javier Hernández Alpízar

La especie humana tiene la peculiaridad primordial de ser imaginante. La llamo “homo imaginans”. No se trata de esgrimir la imaginación sola o aislada, sino ensamblada en el tejido que considero bio-psico-socio-cósmico que es la trama básica de la especie.” María Noel Lapoujade.

Al compañero Salvador, “Chava”, in memoriam

La imaginación es una facultad humana que forma parte precisamente de lo que nos hace humanos. Por ello puede producir idearios, utopías, imaginarios que nos marcan el rumbo. Pero, al parecer también estos imaginarios pueden volverse enfermizos, patológicos, perversos, cuando en vez de promover la vida (en la biofilia que decía Erich Fromm) comienzan a idealizar y promover la muerte, la destrucción. Hoy es uno de esos momentos en nuestro adolorido país, México parece una pesadilla más que una patria. Dice crudamente un meme que “México es una fosa común con himno nacional”.

Sin embargo esto no es exclusivo de México, en Eurasia, las gotas envenenadas de la guerra de invasión de Rusia en territorio de Ucrania expanden su efecto letal por la región y el planeta.

El hombre es un ser imaginante, no solo es eso, pero es muy importante su capacidad de imaginar y de producir imaginarios, por ello la filósofa uruguaya María Noel Lapoujade lo llama “Homo imaginans”, por ejemplo en su artículo “Identidades construidas, ¿quién soy yo?”

En ese artículo retoma su metáfora de la sociedad globalizada contemporánea como sociedad gaseosa, ya ni siquiera un tejido social roto o herido, ni una sociedad líquida, como ella misma propuso en los años 90 y después también lo hiciera a principios de siglo Zygmunt Bauman, sino una sociedad gaseosa. Como dice Marshall Berman, retomando una imagen del Manifiesto comunista: “Todo lo sólido se disuelve en el aire”, y lo puede hacer porque todo se vuelve gaseoso.

Citaremos ampliamente a la maestra Lapoujade y explicaremos algunos aspectos destacados de su análisis filosófico y social.

Subraya el estado de dispersión y caos en los gases físicos: “las partículas que componen el gas, entre las cuales la fuerza de atracción es casi inexistente, presenta las moléculas y átomos muy separados unos de otros”.

Por ello le parecen una metáfora adecuada para la disgregación atómica de los individuos hoy, pues, más allá de diferencias culturales y regionales: las sociedades “comparten un estado caótico, con escasa y problemática cohesión social, con grupos mayoritarios resquebrajados y minorías heterogéneas, presentan el cuadro de sociedades en estado gaseoso. Son sociedades pulverizadas. En las cuales considero que los individuos son esos átomos sin cohesión.”

Además de esta dispersión gaseosa, la filósofa encuentra que esta sociedad padece barbarie. Diagnóstico que compartimos y que ella escribió así: “En la realidad “gaseosa” de la vida actual las relaciones humanas se presentan en un escenario de ciega barbarie: La barbarie del mundo actual es el efecto en gran medida de la eclosión de los impulsos destructivos de la especie humana, fraguados en imaginarios enfermos de la humanidad en la tierra exangüe. Imaginarios enfermos que se plasman en las actuales acciones aberrantes productoras de muertes a mansalva ejecutadas por seres que procuran la muerte sobre la vida. El planeta está extenuado, explotado hasta sus últimas reservas por esta especie depredadora, la naturaleza violada y torturada, por esta especie a la que gusta llamarse orgullosa e irracionalmente: “racional”. La humanidad deambula enferma en su estado “gaseoso” sufriendo los odios ciegos y la destrucción brutal.”

Una sociedad enferma de violencia y destrucción no puede manejar imaginarios sanos, biófilos, sino que promueve y se sumerge en imaginarios enfermos de muerte: “Asistimos a la propagación “gaseosa”, impredecible, de imaginarios al servicio de la destrucción del planeta, de la especie en general, de los pueblos, de la mujer y los niños en particular, así como el exterminio, asesinatos de todo tipo y una ciega crueldad de los humanos entre sí y hacia los animales. Es el imperio de las guerras, el odio, la crueldad, el impulso de muerte ejercido con una brutalidad primitiva, sin el menor prurito de encubrimiento, disimulo o sofisticación. El paisaje es tétrico. ¿Quién es el otro? Es el individuo generalmente anónimo a ser exterminado, es el sujeto del odio que domina los imaginarios ávidos de sangre de esos yo extraviados.”

Al otro lo imaginamos como víctima potencial o actual, o como agresor de quien nos tenemos que defender, eso aumenta la desintegración social y el estado gaseoso de la sociedad. No contamos ni siquiera con la conciencia de clase proletaria para tratar de hermanar al ser humano, es la guerra de todos contra todos que temió Thomas Hobbes.

Ante esta situación tan dramática, a veces trágica, nos urgen imaginarios para la vida que sustituyan en las personas y los colectivos y sociedades los de muerte. Y sí, son posibles, pensamos junto con la maestra Lapoujade: “En lo que concierne a la fuerza de la imaginación humana, sin la menor duda puede encontrarse un apoyo, un instrumento y un dínamo, para colaborar en la salvación del mundo y la vida. La gran hacedora de imaginarios, la imaginación humana –que llamo la Penélope del psiquismo– tiene aún la posibilidad de segregar imaginarios que impulsen la vida. Es preciso recuperar el conato spinoziano que nos hace persistir en el ser, persistir en la vida, instinto de vida que necesita hoy más que nunca el grito niestzscheano del “sí a la vida”.

Spinoza pensaba que cada ente, cada ser quiere perseverar en su ser, una expresión de ese sentido de lucha por la vida, quizá no solo como sobrevivencia sino como afirmación de la vida en el planeta. Los mayas zapatistas entienden esto perfectamente y trabajan en ello.

A algunos les pueden parecer “románticas” estas palabras de la filósofa de la imaginación, como les parece romántica la consigna zapatista de luchar por la vida, pero es la escritura hija de la lucidez y de una erudición filosófica, literaria, incluso de literaturas sagradas o de la cualidad humana (espiritualidad) y recoge aportes de Kant, Bachelard, poetas y ensayistas, filósofos o el budismo: “Ante todo es urgente emprender una enseñanza y difusión de una profilaxis de los imaginarios colectivos e individuales dañados, con el fin de sembrar en adultos y niños imaginarios sanos, vitales, libres gozosos, felices de ser. Es urgente propiciar la memoria del goce de la belleza simple, sencilla, vital: el color de una flor, el canto de un pájaro, la música marina, la noche estrellada, la ecuánime serenidad de las piedras, que son la calma del mundo; la belleza cósmica. En la belleza cósmica incontaminada, es preciso provocar el despertar del recuerdo oculto de la belleza del otro, hoy invisible, mancillada por él mismo y por los demás en el nigredo del horror imperante. Esas gotas de belleza que están en todos y la belleza, ¿por qué no?, de la vida humana digna.

El nigredo es una sustancia alquímica que en esa tradición es el resultado de la destrucción de todo, pero también puede ser la base de la reconstrucción de todo.

Tenemos una tarea, construir un mundo otro, y como parte de él idearios, utopías, imaginarios sanos, de amor a la vida, de biofilia. La filosofía, las ciencias, la literatura, las artes, los saberes de los pueblos originarios del mundo pueden ser semillas de esos imaginarios. Un gran romántico, Beethoven, compuso música que conocemos como Himno a la alegría: El canto alegre del que espera el nuevo día. O como dicen los zapatistas, caminando la noche: ya se mira el horizonte.

María Noel Lapoujade “¿Quién es el otro?, en Perspectivas de la imaginación, Las sociedades gaseosas, UNAM, México, 2022. Disponible gratis en: https://ru.atheneadigital.filos.unam.mx/jspui/handle/FFYL_UNAM/8257

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