“Si bien existen diferencias políticas, culturales, geográficas, étnicas, lingüísticas, educativas, religiosas, históricas y peculiares maneras de vivir, sin embargo comparten un estado caótico, con escasa y problemática cohesión social, con grupos mayoritarios resquebrajados y minorías heterogéneas, presentan el cuadro de sociedades en estado gaseoso. Son sociedades pulverizadas. En las cuales considero que los individuos son esos átomos sin cohesión.”
María Noel Lapoujade.
Como leemos en el epígrafe, la filósofa María Noel Lapoujade piensa que vivimos en sociedades gaseosas: caóticas, pulverizadas, atomizadas.
En esa metáfora de la pensadora uruguaya me hizo pensar la pieza “Catarsis inmersiva”, del grupo chileno Pseudónimo Compañía de Arte Contemporáneo, presentada el 4 de agosto en la Sala de Danza de Centro Cultural Universitario de la UNAM, en el Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México.
Se trata de una actuación en vivo de cinco intérpretes, tres mujeres y dos bailarines-actores hombres, además de música en vivo y un juego de luces contrastantes, entre oscuros y flashazos o luces intensas que nos ubican en las sociedades cosmopolitas o globalizadas a las que Lapoujade ha llamado gaseosas.
Los estados de ánimo compartidos por los participantes de la compañía dancística Pseudónimo van de la angustia a la euforia, del horror al festival, de la estética de movimientos casi epilépticos a los cuerpos meciéndose en el ritual, semirreligioso, semipagano, del rock, de la euforia del alcohol o drogas y rock a la resaca y el deseo de recuperar la salud, la lucidez quizá.
Los personajes juveniles, urbanos, modernos, representados por los cinco intérpretes en escena pasan de una inicial angustia o terror, imagen de una sociedad postdictatorial o postpandémica o simplemente del mundo contemporáneo de la incertidumbre a la catarsis juvenil y la explosión de euforia colectiva.
Los cuerpos se expresan, se estresan, se revientan, con una estupenda música que acompaña en vivo, sincronizada con las luces, los cuadros de horror y de diversión, con alguna remembranza mitológica cristiana tal vez, de pecado, penitencia y purificación- redención.
La cercanía con el público es buscada por diversos medios, desde que los espectadores entren y se puedan ubicar en sus asientos solo pasando por dentro del círculo donde ya los bailarines y bailarinas calientan en pants y ropa deportiva, las entradas y salidas de los intérpretes del círculo- frontera de luces hacia los pasillos entre espectadores, con la habilidad de usar el oscuro para ir del grito al silencio, del grito a la risa, los súbitos cambios de vestuario y actitudes, apoyados por la música que subraya el temple de ánimo en que se mueven los actores- bailarines en escena.
Es importante percatarse de que tanto la danza contemporánea como los espectáculos escénicos no son indiferentes a las vivencias de esos individuos- átomos de la sociedad gaseosa que discurren sus vidas en soledades globalizadas, pero se acuerpan en los rituales que los contienen como caos convertido en efímero cosmos en el baile, la fiesta, el reventón, el rave, el concierto, el slam o simplemente la oportunidad de la pequeña coreografía dionisíaca.
Pero cuando la fiesta termina, y se regresa de los excesos colectivos a la vida individual, hay que curar la resaca, o las heridas incluso, y volver a la ropa de todos los días.
La catarsis era una continuación en el teatro de lo que se había experimentado en los ritos dionisíacos, y en la escena de la tragedia griega invocaba a destinos y héroes o heroínas marcados por las y los dioses. En el mundo globalizado, la soledad es el telón de fondo de destinos trágicos que se esfuerzan quizá por no serlo y buscan recuperarse, tal vez para algo más que sobrevivir, con cuerpos, vestidos o desnudos como identidades y rostros o gritos que son máscaras, es decir, personas.
Probablemente esta dispersión y tendencia centrífuga explica en parte la dificultad para organizarse de las sociedades urbanas modernizadas, fluidas como líquidos o gases, sin la suficiente solidaridad que los solidifique. Recuperar cuerpo y tejido social implicará muchos enormes esfuerzos, para comenzar, de imaginación y creatividad. De ahí que las aportaciones de los artistas sean necesarísimas para este esfuerzo de recomienzo, como ya algunas reflexiones zapatistas han subrayado: arte + ciencia + saberes indígenas, y la literatura como vaso comunicante entre todos.
“Catarsis inmersiva”, del grupo chileno Pseudónimo Compañía de Arte Contemporáneo. Ficha artística: Creación, dirección y diseño integral: Ninoska Soto y Gabriel Miranda. Investigación corporal y performance: Carmen Gloria Venegas, Ale Miller, José Urrea, Jorge Olivera y Javier Muñoz. Diseño lumínico-sonoro: Gabriel Miranda. Dirección corporal y vestuario: Ninoska Soto. Asistente de producción: Francisco Bagnara. Registro fotográfico: Tomislav Ostoic (cámara escénica). Registro audiovisual: Bruno Torres Meschi. Financia: Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo de las Artes Escénicas, convocatoria 2022.