22 oct: Velas y antorchas que iluminaron

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Por Argelia Guerrero

Volanteando en el metroCiudad de México, 22 de octubre de 2014.- En el metroDesde temprano los caminos subterráneos ya reflejaban el ánimo de protesta; muchachos brigadeando en los vagones del metro, saltando por el andén, obsequiando información a una multitud de gente que no les regresaba la mirada, pero recibía sus volantes y los leía…

Tomé el metro para llegar a la marcha, entré a ese mundo subterráneo y me encontré con ríos de gente que gritaba, portaba mantas, cámaras, banderas y mochilas, uno entiende de pronto que esa es su ruta. Una señora me dijo:

– isculpe, ¿ésta es la ruta para el Ángel?

– Sí, señora, respondí

– ¿Usted va a la marcha?

– Sí, qué bueno, yo también, me voy con ustedes porque no sé llegar.

Así la señora se arropó de un grupo de personas que no se conocían, pero que comparten hoy un dolor llamado Ayotzinapa.

MarchandoLa marcha era enorme, había carteles, velas y mantas; personas en todas las direcciones: niños, ancianos, muchos jóvenes, activistas, espontáneos, artistas, amas de casa, intelectuales, oficinistas y por supuesto un enorme y apacible contingente con las imágenes de los 43 estudiantes desaparecidos; era el avasallante y conmovedor contingente de familiares. No había palabras para ellos, sólo nuestros gestos, nuestras mantas y gritos para decirles con nuestra presencia que no los vamos a dejar solos, que no vamos a callar hasta verlos de vuelta con sus hijos, con nuestros compañeros. Alguna que otra lágrima por mirarles tan dolidos, pero tan de pie.

Los contingentes avanzaban llenando de color y luz avenida reforma, muchos gritaban, otros asombraban con un paso silencioso que ensordeció a la ciudad.

AntorchasAl caer la tarde no terminaban de salir aún la totalidad de contingentes y era momento de encender velas y antorchas, se iluminó la ciudad. A las orillas de las calles también llegaban personas con velas para mirar pasar los ríos de gente y esa mareas de luz que por horas serpentearon por la ciudad.

Vivos los 43Los contingentes gritaban un conteo que llegaba hasta el número 43 y culminaba exclamando ¡JUSTICIA!

A la vanguardia de la marcha, los padres de los estudiantes nombraban uno a uno y por su nombre a los desaparecidos, todos exigían ¡con vida!

Los trabajadores en resistencia del SME se agrupaban para marchar y gritar a los normalistas que su dolor es de todos.

La Escuela Nacional de música interpretaba a su paso piezas musicales que acompasaban las titilantes luces de los manifestantes.

Muchos pintaron en sus rostros el doloroso número 43 que hoy marca nuestra rabia.

BatasLas voces femeninas de los contingentes de normalistas y la disciplina en su andar eran dignas de advertir.

Los muchachos normalistas perfectamente formados portando sobre sus rostros la fotografía de sus compañeros desaparecidos enmudecían a quienes se encontraban alrededor.

Los emblemáticos machetes de Atenco se hicieron presentes., y también las batas de estudiantes de medicina en el poli y la unam.

La escuela superior de educación física, la benemérita normal de maestros, la UAM, UNAM UACM, la Ibero con grandes contingentes que se acompañaban para reventar el miedo.

Vivos los queremosLas pintas a nuestro paso hacían que también las paredes de esta ciudad a veces sorda clamaran por JUSTICIA.

ZocaloAl llegar al zócalo la oscuridad de la noche contrastaba con el número de pequeñas luces que poco a poco entraban a la plaza para acusar al estado de asesino y exigir la presentación con vida de los desaparecidos.

Olía a cera, incienso y copal…

Se respiraba un ambiente de duelo y rabia, pero también un empeño por defender la alegría, el canto y la LIBERTAD.

Nos faltaron horas, nos faltaron calles y nos sobraba rabia. Eran casi las 11 de la noche cuando el último contingente entraba aún gritando, aún enorme, aún rabioso a la plancha del zócalo; pocos quedaban ya, pero la gente seguía entrando, se hacía necesario cumplir el recorrido, resistir, pues.

El camino de regreso se convirtió en otra marcha, por contingentes la gente iba de vuelta a casa, muchos de los muchachos a resguardar las escuelas pues la jornada de lucha incluye en muchas de ellas un paro.

Ya en los andenes del metro se siguen escuchando voces que gritan, algunas en grupo, otras en solitario, de repente los andenes se convierten en tribunas y de uno y otro lado se proponen consignas, se lanzan respuestas. Nos reconocemos en nuestra rabia y nos sabemos acompañados; no estamos solos. Por fin llega el tren, los vagones siguen transportando contingentes de muchachos cantando, gritando, desafiando el miedo y siendo lo que son: jóvenes y estudiantes como los 43 normalistas que hoy nos duelen porque nos faltan; pero que nos convocan para luchar. Nos despedimos al bajar no sin antes recordar.

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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