Hotel Abismo: Los jesuitas y los derechos humanos en México

Por Javier Hernández Alpízar

En el siglo XVIII novohispano, jesuitas como Francisco Xavier Alegre y Francisco Xavier Clavijero fueron los representantes del iluminismo, el siglo de las luces en nuestro suelo. Fueron pensadores que trajeron la ciencia moderna y precursores de la valoración de lo propio frente a lo europeo, precursores del pensamiento independentista. Por ello fueron desterrados de la Nueva España y, ya en el exilio en países europeos, escribieron obras que valoran la cultura americana, mesoamericana, de lo que en el siglo XIX dejaría de ser Nueva España y empezaría a ser México.

En el siglo XX los jesuitas siguieron siendo un referente del pensamiento crítico y, a partir de sus análisis de la realidad mexicana, llegaron a la conclusión de que en México hacían falta asociaciones civiles defensoras de derechos humanos.

David Fernández SJ organizó en Xalapa, Veracruz, un grupo de universitarios que fundarían diversas organizaciones de derechos humanos como el Movimiento en Apoyo a Niños Trabajadores y en Situación de Calle (MATRACA). Jesuitas también fundaron en comunidades de Veracruz la primera radio comunitaria en México: Radio Huayacocotla, luego ella apoyaría la fundación de Radio Teocelo.

En 1988 la Compañía de Jesús fundó en Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro (Centro Prodh), con el que inició en nuestro país la formación de centros profesionales de defensa de los derechos humanos. El Centro Prodh ha defendido casos emblemáticos como el de las mujeres que denunciaron tortura sexual en la represión en Atenco en 2006 o el de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala.

Jesús Maldonado SJ, Chuche, ha escrito un relato testimonial sobre la fundación y el andar del Centro Prodh: Historia de una lucha por la dignidad (Disponible en PDF en https://centroprodh.org.mx/2021/04/23/historia-de-una-lucha-por-la-dignidad/

Después del Centro Prodh, se ha formado en México una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles de derechos humanos, algunas de las cuales han integrado la Red Nacional de Organismos de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos y Todas.

Asimismo, el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) Jesuitas por la Paz A.C. ha realizado una labor comunitaria en muchas comunidades rurales, campesinas e indígenas del país de reconstrucción del tejido social para el impulso de una cultura de paz. Algunos de los lugares donde están trabajando son Cherán y Tancítaro, en Michoacán. Lo mismo que en Celaya, Guanajuato; Parras, Coahuila; Tangancícuaro, Michoacán; Huatusco, Veracruz; y Chilón y Sitalá en Chiapas. También en Chalco, Estado de México.

Entre las propuestas de los jesuitas para esta cultura de paz “se encuentran abandonar el consumismo, la mercantilización y las visiones antropocentristas; intentar practicar reconciliaciones familiares, y hacer énfasis en una educación para el bien convivir; buscar significados comunes en relatos locales que vinculen a las personas con la comunidad y la naturaleza; favorecer las prácticas de examinar, debatir y llegar a acuerdos comunes construidos horizontalmente sin la relación que establece la existencia de dirigentes y dirigidos; insistir en la autonomía comunitaria; provocar actitudes que valoren la conexión entre todos, y abandonar el antropocentrismo para promover el biocentrismo, esa libertad responsable de saber vivir con lo necesario sin dañar la naturaleza.” (Jorge Alonso, Reconstrucción del tejido social: una apuesta por la paz, su reseña sobre este trabajo por la paz puede leerse en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-06362016000200145 )

En Urique, Chihuahua, en la comunidad Cerocahui, en la Sierra Tarahumara, fueron asesinados los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, por hacer su trabajo en las comunidades rarámuris, Junto con ellos, fue asesinado el guía de turistas Pedro Palma, quien buscaba refugiarse en un templo católico de un hombre armado que mató a los tres.

El asesinato de estas tres personas ocurrió en el contexto de un país en el que diariamente son asesinadas y desaparecidas muchas personas, víctimas de la violencia organizada. Especialmente, México es un país peligroso para defensores y defensoras del territorio, de los derechos humanos, comunicadores, comunicadoras y periodistas y, ahora sabemos, también sacerdotes.

Luis Gerardo Moro, provincial de México de la Compañía de Jesús declaró que en muchos rincones del país se vive una violencia generalizada que viven la niñez, las mujeres y los hombres. Y agregó que los jesuitas no guardarán silencio ante esa violencia que asola a México.

Aunque el poder y la violencia organizada se incomoden, junto con los jesuitas y todas las personas defensoras de derechos humanos, tenemos que alzar nuestra voz demandando verdad y justicia, ni perdón ni olvido.

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