Poco antes de la medianoche del 7 de septiembre de 2017 todavía se sistematizaba la información de la cruenta represión del día en Oaxaca, a donde había llegado de visita el presidente Peña Nieto, llegado al poder mediante la compra del voto. En cada una de sus previas visitas ha habido fuertes protestas y cruentas represiones, de tal forma que esta nueva visita era una provocación más contra el pueblo oaxaqueño. A esa hora se difundían las listas de presos políticos.
Mientras tanto también se daba seguimiento a las fotos satelitales que mostraban un sistema de 3 huracanes en el Oceano Atlántico, Irma, José y Katia, este último pegaría contra México en las costas veracruzanas. Esos sistemas de huracanes simultáneos no existían en toda la historia de los registros meteorológicos. El primero ocurrió en 2010 en el Atlántico con los huracanes Igor, Julia y Karl, el segundo en 2015 en el Oceano Pacífico con los huracanes Ignacio, Jimena y Kilo. Viene a la mente la frase “los desastres no son naturales” y viene a la mente también como los principales países industrializados además del negacionismo ante el cambio climático, se han negado a suscribir acuerdos internacionales en la materia.
Era cerca de la medianoche, las 23:49, cuando empezó a temblar, en los años recientes las placas tectónicas frente a Pijijiapan han provocado en Chiapas gran cantidad de temblores de intensidad menor, mediana y de gran intensidad, pero de corto tiempo. A veces hay semanas completas en que se sienten una gran cantidad de temblores de 4 y 5 grados. La gente mayor recuerda que así temblaba antes de la erupción del volcán Chichonal en la zona zoque en el norte del estado.
Así que empezó a temblar, fuerte, en testimonios posteriores muchos pobladores pensaron que era un temblor más, que en un ratito se pasaría. Pasó medio minuto y la intensidad empezó a subir, otro minuto más y el temblor no pasaba, y subió más de intensidad, medio minuto más y se empezó a azotar más la tierra, empezaron a brillar luces verdes y azules en el cielo, los crujidos de la tierra, un zumbido, también se escuchaba el ruido de transformadores estallando y los gritos de la gente. Ya entonces empezó a parecer que el sismo no iba a parar. Todavía azotó más duro, parecía que la tierra se iba a deshacer y se iba a convertir en polvo, segundos interminables, era evidente que era un sismo de 8 grados, mucho mayor a los de 7 que de vez en cuando se sienten en Chiapas, ya rebasaba los 4 minutos de temblor. Seguía siendo un sismo ondulatorio en todo momento, de pronto las ondulaciones empezaron a ser más largas y ya empezó a ceder, pero todavía tardó 2 o 3 minutos más en dejar de moverse.
Y a continuación empezaron las réplicas, cada 5 o 10 minutos se sentían réplicas de entre 5 y 6 grados, lo que sería confirmado por los reportes del sismológico nacional.
Fue imposible comunicarse con familiares, amigos y compas para saber cómo estaban, pues al principio hubo apagón en todo San Cristóbal de las Casas, de energía eléctrica y de señal de celular, telefónica e internet.
Desde que empezó a temblar la gente salió de sus casas, por que el terremoto empezó duro desde el principio hasta hacerse muy muy muy fuerte.
Con la percepción de la intensidad pasó algo parecido a lo que pasa en la Ciudad de México donde la intensidad es menor en las zonas montañosas y es mucho mayor en las zonas ubicadas donde estuvo el Lago de Texcoco. Tras el levantamiento armado de 1994 que dio fin al esclavismo a la chiapaneca de los finqueros, unos 150 mil indígenas tomaron tierras para vivienda en San Cristóbal de las Casas, en lo que antes fueron humedales y propiamente pantano. Se continuaba así con una segregación racial que pocos años después iba a tener como centro económico al turismo industrial. Las y los nuevos pobladores fueron rellenando con cascajo y con lo que se pudo sus pequeños terrenos para vivienda, y ahí el suelo es blando y los sismos se sienten mucho más que en los barrios antiguos que fueron edificados en las partes más sólidas de la ciudad, sobre pequeñas lomas y cerritos con roca sólida. De tal forma que en esas colonias fundadas después de 1994 por migrantes indígenas de los Altos de Chiapas y otras regiones del estado, los sismos se sienten mucho más fuertes y se han sentido todas las réplicas de más de 4 grados, mientras en los barrios viejos se han sentido pocas réplicas y en las rancherías del cerro del Huitepec reportan que no se ha sentido ninguna réplica.
De tal forma que en las colonias indígenas el sismo se sintió más duro, y se empezaron a sentir las fuertes réplicas, y la gente decidió que no iba a dormir dentro de las casas, por si venía una réplica muy fuerte y llegaban ahora sí a caerse las casas, que se sentía que estuvimos muy cerca de eso. Así que recorriendo la pequeña ciudad se podía ver claramente la diferencia según la segregación racial local, en los barrios antiguos la gente se fue a dormir dentro de sus casas, en las colonias indígenas la gente la pasó en vela en las puertas de sus casas, la gente se empezó a animar mutuamente, hubo quienes hacían recorridos para ver la situación de su colonia, de otras colonias y si había algo en que ayudar. Muchos y muchas armaron la fogata en la calle.
Al principio hubo apagón general, tras reventar muchos transformadores de energía eléctrica. En el transcurso de la noche pocas colonias gozarían de energía eléctrica el 100%. Más de un tercio de barrios y colonias no tuvieron energía eléctrica toda la noche, y más de un tercio quedaron con un hilito de luz por bajo voltaje en la distribución de la energía.
Se reportaron 3 fallecimientos de una familia a la que se le cayó la pared externa de la casa, dos mujeres fallecieron ahí de inmediato y un joven falleció mientras llegaba al Hospital de las Culturas. De ahí en fuera se reportaron incendios leves, fugas de gas, fisuras estructurales en casas habitación y daños a edificios históricos, sobre todo iglesias. Con las horas sabríamos que lo peor pasó en la costa de Chiapas y Oaxaca, frente al epicentro que se dió mar adentro mirando al frente desde Pijijiapan. La zona más afectada es una zona de añeja resistencia, donde se dan algunas de las resistencias paradigmáticas contra el neoliberalismo en este siglo.
Dando un recorrido en esa madrugada se veía a la gente pasándola en vela, las fogatas, las pláticas animadas, muchos bebés envueltos en 2 o 3 cobijas y siendo resguardados como preciados tesoros por sus familias, muchos niños y niñas de todas las edades curiosos y jugueteando, abuelas y abuelos, hombres y mujeres. Se podían observar las colonias con luz y sin luz y con luz menos que a medias. Y se miraban postes trozados por varios lados. Ya sería hasta la mañana donde se podrían notar la gran cantidad de muros con grietas diagonales, de esas que los arquitectos e ingenieros les llaman “fisuras estructurales”.
Algunas colonias como La Hormiga y La Paraíso con larga historia de resistencia fueron acordonadas por sus propios habitantes e impedían la entrada de Protección Civil, de militares y de los bomberos, y se autogestionaban para solucionar las emergencias en la colonia. Solo en una parte donde hubo fuga de gas permitieron que entraran los bomberos.
En algunas colonias la gente se reunió en pequeños grupos afuera de las iglesias para refugiarse, pero los curas no las abrieron. A cambio algunas escuelas si fueron abiertas para que la gente pasara ahí la noche.
Hubo la fortuna de que no llovió, cuando las noches anteriores había llovido. Si bien el clima había estado templado cálido en las semanas previas, con el sismo vino también una ola fría, así que el clima estaba más tirando hacia lo templado-frío.
En la zona norte hay unos puestos frente al mercado, al parecer hubo un chispazo y de ahí se quemaron 3 puestos con estructura de madera, teniendo pérdida total, las familias de esos puestos llegaron en camionetas de redilas para apagar el fuego, horas después como llegaron se fueron.
Las réplicas no dejaban de sentirse, cada 10 o 5 minutos. Así era imposible dormir, la gente la pasó en vela, con la preocupación, tras haber sentido el sismo oscilatorio más grande en la vida, y uno de los más fuertes en la historia de México. Suerte que no fue un sismo trepidatorio, por que entonces miles y decenas de miles de personas seguramente no la estarían contando.
Hay una sirena que emite un sonido de alerta, durante las réplicas a veces sonaba unos segundos antes de cada nuevo sismo, a veces unos segundos después, a veces se sincronizaba, a veces temblaba y no sonaba y a veces sonaba y no temblaba. Su sonido llega a buena parte del pueblo, y ayudaba a darle un ambiente de fin del mundo a la sicosis general, y estuvo sonando con toda réplica, con las de 4, 5 y 6 grados.
Así fue la noche del sismo en estas tierras, la lucha sigue y hace falta solidarizarse con la gente de la costa en Chiapas y Oaxaca donde se reporta amplia devastación y hay que levantarse para seguir luchando contra el capitalismo, contra las transnacionales y contra la Zona Económica Especial.
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