Por Mumia Abu-Jamal
Julian Assange, periodista y editor del sitio web conocido como WikiLeaks, enfrenta un régimen temible de tortura en caso de ser extraditado a Estados Unidos bajo falsas acusaciones de espionaje. El personal de WikiLeaks se ha dedicado principalmente al trabajo periodístico de desentrañar y sacar a la luz las mentiras, crímenes y asesinatos del gobierno al impulsar las injustas guerras imperiales en Irak y Afganistán.
Assange no ha cometido ningún crimen, excepto, tal vez uno que es verdaderamente imperdonable: avergonzar al Ejército Imperial Estadounidense mientras asesinaba a civiles inocentes sin armas en Irak y otros países. WikiLeaks publicó grabaciones de soldados estadounidenses riéndose y bromeando mientras masacraban a personas árabes. Y adivinen quién fue acusado de un crimen. Julian Assange, quien ha sido sometido a las torturas alucinantes del confinamiento en solitario, el cual es una violación de las normas internacionales de derechos humanos. Julian no es ciudadano de Estados Unidos. No es espía. Es un periodista valiente y capaz quien ha luchado para revelar la verdad. Debería andar libre y no solamente con elogios, sino con el otorgamiento de un premio.
Y ahora, hablemos de Palestina. Hace poco, al escribir sobre este tema, me referí a la obra del filósofo Achille Mbembe y su libro publicado en 2019, Necropolitics. El profesor Mbembe toma nota de lo que él llama “las salidas” de la democracia, o en otras palabras, de las personas intencionalmente excluidas del proceso democrático, es decir, de las personas contempladas como fuereñas. Escribe de la manera en que las y los Palestinos, en las tierras de su nacimiento, constituyen un pueblo excluido, y compara esto con las exclusiones desde mediados y finales del Siglo XX, conocidas en el mundo como el apartheid en Sudáfrica.
Mbembe escribe:
“Los retenes permanentes o aleatorios, los bloques de cemento, los montículos de tierra diseñados para bloquear caminos, el control del espacio marino y atmosférico, el control de la importación y exportación de todo tipo de productos, las frecuentes incursiones militares, la demolición de casas, la profanación de cementerios, el desarraigo de olivares enteros, la obliteración de la infraestructura y su conversión al polvo, los bombardeos de altitudes medias y elevadas, los asesinatos selectivos, las técnicas de contrainsurgencia urbana, la elaboración de perfiles de las mentes y los cuerpos, el hostigamiento constante, el fraccionamiento de tierras en lotes cada vez más pequeños, la violencia celular y molecular, y la generalización de la solución de inscripción en un campamento. Todas las medidas factibles se usan para imponer un régimen de separación, el funcionamiento del cual paradójicamente depende de una aproximada intimidad con las personas que han sido separadas.” Mbembe, página 44.
El filósofo agrega:
“De varias maneras tales prácticas nos recuerdan el despreciado modelo del apartheid, con sus bantustanes, sus vastas reservas de obra barata, sus zonas blancas, sus múltiples jurisdicciones, y su violencia gratuita. Sin embargo, la metáfora del apartheid no explica plenamente la naturaleza específica del proyecto de separación israelí. En primer lugar, este proyecto se apoya en una base metafísica y existencial bastante particular. Los recursos apocalípticos y catastrofistas que lo avalan son mucho más complejos y traen un horizonte histórico más largo que los hechos posibles por el calvinismo sudafricano. Segundo, con su carácter de alta tecnología, los efectos del proyecto israelí sobre la entidad palestina son mucho más formidables que los operativos relativamente primitivos emprendidos por el régimen de apartheid en Sudáfrica entre 1948 y principios de los años 80 del siglo pasado. Esto también sucede con la miniaturización de la violencia, su celularización y molecularización, al igual que sus varias técnicas del borrado material y simbólico. También se evidencia por los procedimientos y las técnicas de demolición de casi todo: infraestructuras, casa, caminos, el campo; y por la dinámica de la destrucción frenética, cuya esencia radica en transformar las vidas de las y los Palestinos en montones de ruinas o basura destinados para la purificación. En Sudáfrica los montículos de ruinas nunca llegaron a una escala de esta magnitud”. Mbembe.
Aquí hemos citado a Achille Mbembe, en su libro Necropolitics. Ahora tenemos una clara idea del régimen de castigo colectivo dictado contra Palestina, según este brillante académico Africano.
En cuanto a mí, la lucha continua. Dondequiera que ustedes se encuentren, probablemente hay un grupo de jóvenes activistas organizándose por nuestro bien en nuestra representación. Siempre estaremos luchando, porque en las palabras de nuestra hermana fallecida, Kiilu Nyasha, “La libertad es una lucha constante.”
Los quiero a todas y todos. Con amor, sin miedo, soy Mumia Abu-Jamal.
14 de septiembre de 2022
N de la T. Este texto será la ponencia de Mumia en el evento celebrado en Berkeley, CA hoy por la noche 17 de septiembre.
—(c)’22 maj
Audio grabado por Prison Radio
https://www.prisonradio.org/commentary/assange-palestine-and-other-freedom-struggles/
Circulación por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia en México