¿Infiltrados o Reaccionarios?

…dice Durito que, “donde faltan las razones abundan las estatuas”…

Dice Durito que una estatua es una VERDAD (así, con mayúsculas)

que esconde debajo de la piedra su incapacidad para demostrar nada

y la arbitrariedad de su existencia.

Porque, según Durito, así como la “verdad” es la afirmación propia

y la marginación de lo otro, de lo incomprensible;

una estatua es la afirmación propia del dominador y la marginación del dominado.

SCIM, Durito y una de estatuas y pajaros, mayo 2003.

10624598_730567040355524_5254394737533072569_nAnte los sucesos de anoche (intento de incendio de la puerta de Palacio Nacional), las “buenas” conciencias -organizadas y no- han denunciado por todos los medios a su alcance que todo fue un “montaje” encabezado por infiltrados al servicio del Estado;  además del deslinde correspondiente estos ejemplares ciudadanos estan señalando con fotografías a individuos de los que no se tiene certeza si son realmente o no, provocadores a sueldo. De manera preocupante, lo que si demuestran estos señalamientos,  es hasta donde las estructuras de dominación del Estado se insertan en nuestras vidas y en la manera que tenemos de relacionarnos con las otras y otros, con quienes no coincidimos. Y es que una cosa es no compartir las formas de lucha que desde el Estado se consideran “violentas” y otra, criminalizar las diversas formas de manifestación y protesta a las que todxs tenemos derecho y que se consagran aún en el artículo 39 constitucional.

Ya desde las movilizaciones del IDmx, se viene orquestando con mayor fuerza una campaña no sólo de criminalización, sino hasta de satanización de aquellxs que participan en las llamadas acciones directas. Anarquistas, maestros de la CNTE, normalistas -ayotzinapos-, son caracterizados como vándalos. Sus delitos: grafitear inmuebles de consorcios y corporativos privados, hacer plantones que afean la ciudad e impiden la utilización privada del espacio público (porque eso es la plancha del zócalo y no un burdo escenario que el GDF manipula según sus necesidades), o incendiar unidades de metrobus que aunque tienen el eufemístico nombre de transporte público pertenecen en realidad a concesionarios privados; en Guerrero y otras entidades, también se han incendiado unidades de transporte que pertenecen a empresas trasnacionales como Coca-cola y Bimbo; también han cerrado supermercados de trasnacionales como Walmart, impidiendo sus ventas y han tomando productos de varias marcas reconocidas -por su explotación laboral y evasión de impuestos of course- para entregarlos a la ciudadanía o al movimento del que forman parte; pero como si esto no fuera suficiente, los “vándalos” también han incendiado el palacio de gobierno de Guerrero y más recientemente hubo una intentona de hacer lo mismo con Palacio Nacional, dos monumentos a la ignominia del poder que dicen algunos ilustrados del INAH son patrimonio nacional.

Por qué causan tanta indignación estos hechos, por qué se defiende con tal elocuencia el daño a la propiedad privada,  por qué se utilizan los mismos argumentos del Estado, del gobierno, de los medios masivos de desinformación;  por qué se les califica de “violentos” y se repite que estos hechos justifican la represión, como si el gobierno necesitara pretextos para actuar de la manera en que lo hace, como si no supieramos que la violencia que ejerce el Estado sobre nosotrxs es necesaria para poder sostenerse. Se apela a una legalidad que no sirve y se exige la aplicación de la ley a los bárbaros, perdón a los vándalos; no compañerxs, no podemos equiparar la violencia del Estado con las acciones directas de protesta, no podemos equiparar una vida humana con los bienes inmuebles de las trasnacionales, no podemos igualar la perdida de los padres y madres de nuestros compañeros normalistas  con las perdidas que estas acciones representan para el capital privado, aunque sean mínimas. No va a ser defendiendo el orden prevaleciente que vamos a cambiar este regimen, insisto, podemos ejercer nuestro derecho a disentir, pero otra cosa es comportarse como agente del Estado, reaccionarios se les llama.

Lo que debiera inquietarnos no es,  si los personajes que actuaron anoche, o la semana pasada, son o no infiltrados. Y nuestras reflexiones políticas o no, individuales o colectivas, no debieran girar entorno a la descalificación y la condena de estos sucesos y a quienes las realizaron. Lo que deberíamos estar reflexionando, es aquello que los compañerxs normalistas de la Raúl Isidro Burgos dijeron el viernes pasado en un encuentro con estudiantes déspues de escuchar las cínicas declaraciones y el claro montaje -ese sí- del Procurador General de la República Mourillo Karam: Nos urge que cada unx de ustedes se fuera a su casita a pensar bien lo que van a proponer en los próximos días, …No se trata de dar una posición política, se trata de sensibilidad humana, de que cada unx se toque el corazón y toque el corazón de compañero, de su compañera, de su papá, de su mamá, de su hijo, y empiece a preguntarse  ¿qué vamos a hacer? nosotros, todxs, con el país y qué vamos a hacer contra ellos sobre todo…

 

 

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