La okupa otomí del INPI y el cerco mediático

Babel

Por Javier Hernández Alpízar

El sistema político mexicano tiene una gran capacidad de restablecerse de las sacudidas, algo que yo llamaría homeostasis. Como un organismo vivo, es altamente estable. Mantiene el statu quo, aunque parezca que ha cambiado.

Y una de las cosas que ha aprendido el sistema político mexicano es que no puede dejar que tenga prensa, que tenga micrófonos y espacio en los medios, un movimiento realmente opositor.

En 1994 el alzamiento zapatista no pudo ser aplastado militarmente porque la prensa dio espacio a su palabra y la sociedad volteó a verlos y se movilizó para impedir que la guerra continuara.

El EZLN derribó al ídolo priista con pies de barro en 1994 (Salinas) y al panista en 2000 (Fox). Sin embargo, cuando en 2005 salió la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el sistema ya había aprendido. La contrainsurgencia fue a dos manos: la misma derecha que la venía haciendo desde el 94 (Luis Pazos, Fernández de Cevallos, Nexos, Letras libres, etc.) y la contrainsurgencia de “izquierda”: cuadros y simpatizantes del PRD , columnistas obradoristas de La Jornada (Jaime Avilés, Rodríguez Araujo, etc.) y los moneros (destacadamente El Fisgón).

Pero sobre todo aprendieron que el EZLN y sus aliados no debían tener espacios en medios. A partir de 2005, el EZLN y las organizaciones de la Otra Campaña contaban casi solamente con los medios libres. Los espacios en otros medios se fueron cerrando. Para el recorrido de la Otra Campaña por todo el país hubo, como reflexionó Hermann Bellinghausen, dos estrategias: a nivel nacional, silencio, no existe; y a nivel local, por cada lugar por donde pasaba: la propaganda negra. Un punto álgido fue Vícam, Sonora: en los medios electrónicos decían que llegarían los zapatistas armados, y usaban imágenes de 1994 como si fueran actuales.

La más eficaz contrainsurgencia antizapatista ha sido la propaganda negra. Repetir una mentira calumniosa mil veces hasta que muchos la crean y sobre todo la repitan. Sólo por excepción, y a costa de grandes esfuerzos, los zapatistas y sus aliados logran brevemente espacios en medios convencionales. Casi están solamente en sus medios orgánicos, los medios propios del EZLN y el CNI y en los medios libres, escasos y precarios en sus recursos y movilidad.

Ahora le está tocando padecer el cerco mediático en la Ciudad de México a la comunidad otomí que milita en el Congreso Nacional Indígena. El 12 de octubre tomaron y okuparon pacíficamente las oficinas del Instituto Nacional para los Indígenas (INPI) en la alcaldía Coyoacán. Pero en la prensa convencional no han tenido espacio.

En medios convencionales, solamente La Jornada hizo una nota en su espacio digital. Otra Eje Central, una más La Cooperacha. La única difusión que han tenido los otomíes es la de medios libres: las transmisiones en vivo de Regeneración Radio, Noticias de abajo, Aequus, y en medios escritos Desinformémonos, Grieta medio para armar. Además, sus comunicados en Enlace Zapatista, en el blog del CNI, en Pozol, el blog Zapateando, el Centro de Medios Libres, y sus propios posteos y transmisiones en redes digitales.

La estrategia para neutralizar el audaz paso de su resistencia ha sido cerrarles espacios en los medios de comunicación y mandar a dialogar a funcionarios menores que no pueden ofrecer ninguna solución a sus demandas de vivienda, salud, educación, empleo y justicia.

Mucho menos a su demanda de justicia para los defensores del territorio asesinados (entre ellos los del CNI como Samir Flores) y la salida de militares y paramilitares de Chiapas (ORCAO, Paz Y Justicia, Chinchulines, etc.)

Los cercos mediáticos son parte de las estrategias represivas. Como decía Carlos Montemayor: la guerra no quiere que se le nombre, no quiere que se sepa que existe. La represión, que los otomíes ya han sufrido en carne propia, por ejemplo cuando los desalojaron (de Roma 18) golpeadores civiles apoyados por granaderos, ahora puede comenzar con este silencio mediático. Cerco que en cualquier momento puede volverse una campaña negra, como la que ya Sheinbaum utilizó contra la toma feminista de la CNDH.

En estos momentos, para las redes de resistencia y rebeldía afines el CNI es muy importante superar el cerco mediático. La represión comienza con esos cercos. La memoria es muy importante para evitar estas trampas del poder. Y la solidaridad entre pares. Arriba, los de abajo no importan, si los de abajo no se apoyan mutuamente, mucho peor.

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