Hotel Abismo: La melancolía de Enriqueta Camarillo

Por Javier Hernández Alpízar

“…En mi jardín agrestre y en mi alma, / sólo tú eres verdad, Melancolía.”

María Enriqueta Camarillo.

Con el poemario de María Enriqueta Camarillo (1872-1978), el 2 de Material de Lectura, Vindictas Poetas Latinoamericanas, se comprende muy bien el sentido de la colección. La poeta coatepecana María Enriqueta Camarillo y Roa dejó escritos más de 15 libros de poesía y narrativa. Fue nominada al Premio Nobel de Literatura. Es la única escritora mexicana nominada al Nobel, asegura Valeria List, autora de la selección y el prólogo. Sin embargo no es conocida y leída en México.

El obstáculo para su lectura no es tanto su estilo modernista, porque en el gusto popular la poesía modernista no suele ser rechazada. Tampoco puede ser el talante melancólico que impregna sus versos, sus temas y poemas, porque en la poesía popular (y en las letras de la canción popular, que poetas como Gabriel Zaid no dudarían en incluir en una selección de poesía) los temas de lo trágico, la tristeza, el lado sufriente o doliente de la vida, no son impopulares.

Es simplemente que en México no hay difusión de la obra de escritoras mexicanas como Enriqueta Camarillo, o como Alaíde Foppa, la poeta guatemalteca que hizo vida y obra exiliada en México y está también en esta colección.

La poética de Camarillo pretende dar sus poemas como los árboles bellotas o algunas plantas, flores. Es decir, la escritura le brota orgánicamente, y ella la tributa a quienes gusten de lo humilde. A esta humildad, el poeta Ramón López Velarde agrega el atributo de sinceridad, según la prologuista.

Valeria List se asombra un poco de que una poeta de nivel socioeconómico acomodado, que pudo conocer diversas ciudades de México, los Estados Unidos y Europa (precediendo en ese cosmopolitismo al escritor también veracruzano Sergio Pitol), vea siempre los aspectos tristes, trágicos y desventurados.

“Aquí la soledad está de acuerdo / con el silencio hermano.”

Dado el testimonio de López Velarde, tenemos que asumir que Enriqueta Camarillo realmente tenía ojos y conciencia para la soledad, la tragedia, la desventura, la tristeza, un poco como la grandeza de gente humilde, del pueblo coatepecano, de las gitanas, o de personas de diversas ciudades del mundo, especialmente mujeres.

Como la niña de Guatemala que murió de amor, en el poema de José Martí, en uno de los poemas de Camarillo una mujer joven muere ahogada por querer cortar una flor y es llorada por su enamorado. No es un suicidio a lo Romeo y Julieta, simplemente el destino trágico de dos amantes jóvenes que ya no pueden tener un destino de pareja por la temprana muerte de ella.

En cualquier pueblo, aldea o ciudad del mundo una mujer puede estar encerrada en su casa o su cuarto, con un gato quizás, cocinando o leyendo, haciendo su vida doméstica, y afuera el mundo está lleno de la melancolía del tiempo, de la vida que pasa, de la soledad que permanece. La melancolía de vivir, de existir simplemente.

“¡Adiós, adiós esperanza! / le digo… y cierro mi puerta.”

Sin duda es un tema, o mejor, un estado de ánimo, universal. Puede ser que no todos tendamos a frecuentarlo, pero cualquier persona que viva lo suficiente ha habitado esas zonas de la existencia, como angustia o como ensueño melancólico.

“…Y el árbol soltó sus hojas… y me parecieron lágrimas….”

De manera que no puede sernos ajena la poética de María Enriqueta Camarillo. Algo del alma de cada quien lo conoce.

María Enriqueta Camarillo, Material de Lectura, Vindictas Poetas Latinoamericanas 2, Selección y prólogo de Valeria List, UNAM, México, 2020.

Comentarios cerrados.