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Comunicado zapatista: 3 Postdatas 3. I.-P.d. globalizada. Un planeta, muchas guerras.

3 Postdatas 3.

I.-PD GLOBALIZADA.
Un planeta, muchas guerras.

Nota: Este año se cumplen 20 de la Sexta Declaración y 5 de la Declaración por La Vida.  Con la VI señalamos claramente nuestra posición anticapitalista y la distancia crítica a la política institucional.  Con el empeño de la Declaración por la Vida intentamos ampliar la invitación a una compartición de resistencias y rebeldías.  Para nuestras compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta y de la Declaración por la Vida han sido años difíciles, sin embargo, nos hemos mantenido sin rendirnos, sin vendernos y sin claudicar.  La tormenta ya no es un mal presagio, es una realidad presente.  Vayan pues las siguientes posdatas para reafirmar nuestro compromiso, y nuestro cariño y respeto por quienes, siendo diferentes y diversos, comparten vocación y destino según los modos, calendarios y geografías de cada quien.

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  Todas las guerras son ajenas mientras no toquen a tu puerta.  Pero la Tormenta no llama antes.  Cuando la percibes ya no tienes puerta, ni paredes, ni techo, ni ventanas.  No hay casa.  No hay vida.  Cuando se marcha, sólo queda el olor de la pesadilla mortal.

Ya llegará el hedor del diésel y la gasolina de las máquinas, el ruido con el que se construye sobre lo destruido.  “Escuchad”, dice la bestia de oro, “ese sonido anuncia la llegada del progreso”.

Así, hasta la siguiente guerra.

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  La guerra es la patria del caos, del desorden, de la arbitrariedad y la deshumanización.  La guerra es la patria del dinero.

El uso de misiles, drones y aeronaves manejadas por IA no son una “humanización” de la guerra.  Más bien es un cálculo económico.  Rinde más en ganancia una máquina que un ser humano.  Son más caras, es cierto.  Pero, vamos, es una inversión a mediano plazo.  Es mayor su capacidad destructora.  Y no hay problemas posteriores con remordimientos de conciencia, veteranos lisiados física y mentalmente, demandas, protestas, “body bags” y juicios inútiles en tribunales internacionales.

Así será hasta que el derramamiento de sangre del agresor vuelva a ser rentable.

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  Se suele calcular cuánta gente podría alimentarse con lo que se gasta en las guerras depredadoras.  Pero, además de que es inútil apelar a la sensibilidad y la empatía del Capital, no se mide bien.

Lo que hay que cuantificar es cuanta ganancia dará el centro comercial y la zona turística cuando se erija sobre un montón de cadáveres ocultos bajo los escombros (ocultos, a su vez, bajo los hoteles y centros recreativos).  Sólo así se puede entender el verdadero carácter de una guerra.

Los cimientos de la civilización moderna no se construyen con concreto, sino con carne, huesos y sangre, mucha sangre.

El sistema destruye, para vender luego la reposición.  A las ciudades destruidas, se seguirá un paisaje de edificios de apartamentos, brillantes rascacielos, centros comerciales y campos de golf tan inteligentes que hasta Trump gana, mientras Netanyahu da cátedra de derechos humanos, Putin organiza carreras de osos siberianos, y Xi Jinping vende los boletos.  Un signo monetario brilla en la cima de la pirámide que congrega al culto del dinero.

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  En las últimas guerras, la soberbia Europa de arriba ha funcionado como cabeza de playa.  Algo acorde con la función de zona de recreación y entretenimiento para el Capital.  El llamado “eurocentrismo” es ya parte de un pasado nostálgico y rancio.  El rumbo de esa Europa se decide en los consejos de accionistas y los “lobbies” de las grandes empresas.  El jefe de Amazon celebra su matrimonio en la piscina de su casa de campo (Venecia), y la OTAN es la sucursal de reparto y cliente de las mercancías más rentables: las armas.

Los gobiernos de los Estados Nacionales de ese continente se tapan el rostro modosamente ante el “Padre Padrone”, de quien sueñan independizarse alistándose en el ejército del Capital.  Ya no en un futuro, sino ahora mismo (como en Ucrania), el Capital pone las armas, Europa los muertos presentes y futuros, Putin los hologramas de una mezcla de Zarismo con URSS, y Xi Jinping afina su propuesta alternativa de pirámide social.

Cerca de ahí, no la prole de Trump, sino los herederos de las grandes compañías sueñan con vacacionar en una Palestina libre… de palestinos.  Netanyahu, o su equivalente, será el amable anfitrión y, en las sobremesas, divertirá a los visitantes con anécdotas de infantes, mujeres, hombres, ancianos, hospitales y escuelas muertos de bomba y muertos de hambre.  “Ahorré millones usando los centros de distribución de alimentos como cotos de caza”, alardeará mientras sirve el Zibdieh.  Los comensales aplaudirán.

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  La guerra es la opción primera del Capital para deshacerse de los desechables.  Religión, corrección o incorrección políticas (eso ya dejó de importar), discursos enardecidos e historias heroicas fabricadas con IA, ceses al fuego con explosiones y disparos como música de fondo, treguas según indiquen las casas de bolsa y los precios del petróleo; todo eso no es más que la escenografía.

Los dioses diversos simulan estar atareados abanderando muerte y destrucción de uno y otro bando.  Y el verdadero dios que todo lo puede y está en todas partes, el Capital, permanece discreto.  O no, el cinismo es ahora virtud.  Detrás de todo se esconde lo principal: el balance en la contabilidad de las grandes empresas y los bancos.

La legislación internacional sobre conflictos militares tiene décadas obsoleta.  En las guerras modernas, la ONU es sólo una referencia para las celebraciones escolares.  Sus afirmaciones no van más allá de las declaraciones de una aspirante en un concurso de belleza: “Deseo la paz en el mundo”.

Los ejércitos del Capital son el equivalente a los servicios de entrega a domicilio.  Y hay quien, lejos en geografía del lugar de la entrega, califica: “5 estrellas para Netanyahu”.  En la disputa por el premio al “repartidor del año”, Trump, Putin y Netanyahu puntean, cierto.  Pero el sistema siempre tendrá la opción de elegir a otros… u otras (no olvidar la paridad de género).

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  Por los medios de comunicación masiva, redes sociales incluidas, las geografías lejanas del territorio agredido, se asumen como espectadoras.  Como si fuera una confrontación deportiva, eligen su favorito, toman partido por uno y otro bando.  Aplauden a uno y abuchean al otro.  Se alegran por los aciertos y se entristecen por las fallas de los contendientes.  En los palcos de narración, especialistas aderezan el espectáculo.  “Geopolítica”, le dicen.  Y suspiran por cambiar de dominador, no por cambiar la relación en la que son víctimas.

Olvidan acaso que el mundo no es un estadio deportivo.  En cambio, semeja un gigantesco coliseo donde las futuras víctimas aplauden mientras esperan su turno.  No son gladiadores en la antesala, son las piezas de caza que víctimas serán de máquinas de guerra.  Mientras, bots con todos los avatares e ingeniosos apodos, dirigen los aplausos, los rugidos y hurras; y, llegado su tiempo, el tañido de lágrimas y lamentos.

Desde su palco de honor, el Capital agradece los aplausos del público y escucha lo que los espectadores gritan con mudas palabras: “Salve César, los que van a morir te saludan”.

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  Y sin embargo…

Un día, sobre las ruinas de la historia, yacerá el cadáver de un sistema que se creyó eterno y omnipresente.  Antes de esa madrugada, hablar de paz es sólo un sarcasmo para las víctimas.  Pero ese día, el sol de oriente mirará, sorprendido, a Palestina viva.  Y libre, porque sólo libre se vive.

Porque hay quien dice “NO”.

Hay quien no quiere cambiar de patrón, sino no tener patrón.

Hay quien resiste, se rebela… y se revela.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.


El Capitán.
Junio del 2025.

 

Publicada originalmente en la página de Enlace Zapatista: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2025/06/28/3-postdatas-3-i-pd-globalizada-un-planeta-muchas-guerras/

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