La lógica electoral y la lógica de la lucha anticapitalista #EZLN #CIG #CNI

Babel

La lógica electoral y la lógica de la lucha anticapitalista

Javier Hernández Alpízar/Zapateando

Es cierto, a los mexicanos se les prometió que las urnas serían el mecanismo mediante el que se decidiría el destino de México. Lo venimos escuchando desde finales de los años setenta. Y especialmente, en los ochenta y hasta la fecha. Se supone que ya en México había habido suficientes revoluciones, dos, la de independencia y la de 1910, demasiadas guerras, todo el siglo XIX y buena parte del XX, demasiado autoritarismo: siglos de colonia, santanismo, porfirismo, priismo, y que la enésima modernización de México (todos los gobernantes mexicanos, conservadores y liberales, han modernizado a México a su modo), traería por fin la democracia “sin adjetivos”, puramente procedimental: urnas y punto.

Sin embargo, las urnas no trajeron a México la democracia, sino el fraude constante, no trajeron la paz sino el periodo más violento tras el fin de la revolución mexicana y la guerra cristera. Nunca ha dejado de haber represión ni insurrecciones armadas (Cf: el libro México armado, de Laura Castellanos), pero el arribo de la derecha al poder mediante las urnas con el triunfo del voto útil en el año 2000 no trajo la democracia, sino la profundización del neoliberalismo, al que el PRI abrió la puerta con Miguel de la Madrid (1982) y Carlos Salinas de Gortari (fraude por medio en 1988, defendido públicamente por Manuel Bartlett, legitimado a posteriori por el PAN, encumbrando al dream team neoliberal de Aspe, Colosio, Zedillo, Camacho Solís (con Ebrard)…) Y las urnas llevaron al poder sin fraude aparentemente demostrable (Zedillo, Fox) o con él (Salinas, Calderón, fraude operado por la salinista Elba Esther Gordillo) a los neoliberales.

Pero ¿acaso liberalismo y democracia no son lo mismo? No. Un experto filósofo político italiano, Norberto Bobbio, tiene un breve libro, llamado precisamente Liberalismo y democracia, que muestra que son dos tradiciones políticas diferentes e incluso antagónicas.

El liberalismo es la ideología y la filosofía del capitalismo: defiende el individualismo, la propiedad privada, la libre empresa capitalista, los intereses de los más ricos y poderosos. La democracia viene de una tradición igualitaria, más de raigambre popular, plebeya, proletaria, antiautoritaria, y cada vez que alza su voz igualitaria, colectivista, es reprimida, incluso en los países centrales que nos presentan como modelos de democracia, donde en realidad lo que hay es una dominación burguesa, una dictadura de clase, y cada vez que la democracia alza su voz radical, la respuesta es la fuerza pública.

Esto se pudo atenuar en el breve periodo keynesiano, el llamado estado de bienestar, que en México se conoce como milagro mexicano, un breve y atípico periodo de crecimiento económico y relativa mejoría de las condiciones de muchos, el periodo que los priistas y expriistas recuerdan con una suerte de bella época, se atribuyen la bonanza a sí mismos, y prometen falazmente volver a traerla si llegan a Los Pinos. Falso: las condiciones estructurales del capitalismo, una situación mundial, hacen que sea el actual un periodo de nueva colonización, de despojo y violencia neoliberal, cualquiera de las facciones priistas y ex priistas que llegase al poder no puede revivir el milagro mexicano.

Sin embargo, los organismos financieros, las organizaciones mundiales, la hegemonía ideológica, política, académica, los antes llamados aparatos de reproducción ideológica del Estado, y sobre todo del capital, venden la idea de que democracia es igual a urnas. Curiosamente, es así mientras no gane un inconveniente, un Allende, un  Chávez, porque entonces el pueblo se ha equivocado y hay que salvarlo de su error mediante un golpe de Estado o una intervención extranjera: Las intervenciones yanquis contra Guatemala, Chile, República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Venezuela, la imposición de las dictaduras militares en el Cono Sur, en Centroamérica, la permanente intervención de USA en México. Toda constitución burguesa reserva al poder el expediente de usar la fuerza militar en caso de “seguridad nacional”, léase seguridad del sistema capitalista.

La democracia electoral es buena para echar a los sandinistas, pero no sirve si llega Allende. Las urnas son un sistema de control con límites precisos: la verdadera democracia, la social y económica, está estrictamente prohibida.

González de Alba no es del todo inútil, sirve de mal ejemplo: Defendió en los años de “madurez” de su vida el neoliberalismo, aunque decía defender la democracia, en realidad, defendía el neoliberalismo: todo movimiento igualitario, de democracia radical; EZLN, APPO, Atenco, maestros, normalistas, estudiantes, era para él un delito contra la democracia: es decir contra el neoliberalismo.

Las urnas tienen de entrada un encuadre conservador, neoliberal: atomizan a las personas y las “reconstituyen” como masas votantes,. Un proceso complementario a como el capital destruye las relaciones sociales comunitarias, los colectivismos (todo eso les huele a comunismo y los capitalistas son macartistas y anticomunistas natos) e imponen un sistema de relaciones sociales en el que el único vínculo entre los individuos es el dinero. Incluso el sistema electoral se plantea como mercado, de dinero, votos o al menos de promesas e ilusiones.

El marco electoral es institucional, conservador, mediático: un debate es el claro ejemplo de ello: un papanatas que hable fuerte y manotee tiene más chance que quien intente hacer argumentos.

Por eso todos los partidos se pelean siempre el centro: quien no está en el centro (y el centro está en la defensa de status quo) no sale en la foto.

Cierto, en periodos de grave crisis, y como medida preventiva contra la lucha de clases, se ponen en boga los fascismos: anti migrantes, racistas, misóginos, xenófobos, antisemitas, homófobos, anticomunistas, etc.

Cierto, a veces algunos pueblos han usado las urnas como instrumento de lucha: pero no logran el poder, sino solamente la presidencia, presencia parlamentaria, normalmente no pueden tocar la estructura económica. El poder del dinero no se juega en las urnas: en México el Banco de México es autónomo, no depende de quien gane una elección, lo son también los 43 Tratados de Libre Comercio, lo es el poder de la oligarquía: no pasa por las urnas la fortuna de Slim, Harp Helú, Salinas Pliego, Azcárraga, Aramburuzabala, etc. Por el contrario, ellos se constituyen en grandes electores y apoyan ahora a éstos o ahora aquéllos, según sus intereses.

El proletario, sometido a esclavitud asalariada, vive la ficción de emitir un voto que aparentemente le da poder, pero que no le permite decidir: normalmente no decide quién será candidato, por ejemplo.

El marco de los medios de masas es conservador: ve el mundo con anteojos individualistas, no puede ver colectivos, sino individuos. Los candidatos que se proponen ocupar el papel de oposición, e incluso de izquierda, tienen que hacer una campaña para las masas de votantes, que les promete proteger sus derechos, y otra para los dueños del capital, para prometerles no tocar sus intereses, dejar hacer y dejar pasar, mantener un buen clima de negocios, es decir, de explotación y de despojo.

Se vuelven intocables los poderes fácticos: grandes monopolios y oligopolios mediáticos, grandes empresarios, jerarcas religiosos, el ejército, mafias de todo tipo: nadie puede tocarlos.

Para que la democracia ocupe un lugar en la arena política tiene que ser herética respecto de la ortodoxia electoral, tiene que ser radical, de base, colectivista, comunitaria, asamblearia. Si entra al juego del liberalismo, de alimentar a la clase de especialistas en mandar, de volverse clase política, de hacer alianzas con empresarios y poderes fácticos, va desdibujando su poder social, comunitario y convirtiéndose en parte del problema: del lobo neoliberal con piel de cordero demócrata.

Un poder colectivo popular de mero abajo puede ser un contrapoder, un contrapeso, y aun proponerse cambiar las cosas de raíz, y para ello, lo más importante es la autoorganización desde abajo, el control sobre los representantes y voceros, la revocabilidad, la acción colectiva organizada.

La incursión del Congreso Nacional Indígena(CNI, incluido el EZLN como parte importante), que propone un gobierno colectivo: el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), cuya vocera es una mujer nahua, María de  Jesús Patricio, y que se mueve con los siete principios del mandar obedeciendo: servir y no servirse, construir y no destruir, representar y no suplantar, convencer y no vencer, obedecer y no mandar, bajar y no subir, proponer y no imponer, es la aparición de una tradición herética (la pobreza tiene cara de hereje, dice el poeta): la democracia, la democracia radical, el enemigo del neoliberalismo y del individualismo (de la ideología individualista, no de los individuos).

Quien no sea capaz de comprender una propuesta así, no verá nada: solamente teorías de la conspiración ridículas y ya muy gastadas.

El CIG, representado por Marichuy Patricio, no pedirá el “voto útil”, no amenazará a los demás para que declinen en favor suyo: dirá la palabra de los de abajo, de hecho dará la palabra a los de abajo. Defenderá la vida, la de la madre tierra, la de los seres humanos, la vida colectiva, la cultura y el territorio, la espiritualidad indígena incluso, la defenderá frente a los proyectos de muerte de tratados de libre comercio, mineras (canadienses o de donde sean) y extractivismo en general, megaproyectos capitalistas, contrarreformas neoliberales, colonialismo interno, violencia contra todo el pueblo de abajo: mujeres, migrantes indígenas, trabajadores, maestros, estudiantes, jóvenes.

No le verán prometer dádivas por votos, sino llamar a organizarse, resistir, luchar, Es una voz que viene de muy abajo, en lenguas de la tierra, quizá por eso para muchos no existe. Incuso para muchos que se dicen de izquierda: ´pues no perdonarán jamás a quien los critica (aunque las críticas se basen en verdades y el tiempo vaya dando la razón a los críticos), incluso pueden perdonar mejor a la operadora del fraude de 2006, porque ella tiene una mercancía que ofrecerles: votos.

Por el contrario, la voz de abajo tiene memoria, no de 2006 para acá, no de 1994 para acá, sino de algo más de 500 años. En medio de las elecciones, esa voz será como escuchar un son popular donde antes solamente se oían los sonsonetes del dinero y sus lacayos.

Publicado originalmente en: https://zapateando.wordpress.com/2017/06/02/la-logica-electoral-y-la-logica-de-la-lucha-anticapitalista/

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