Pronunciamiento de la Movilización #24A #VivasNosQueremos EDOMEX-CDMX

#24ALeído en la Victoria Alada de la Ciudad de México, la tarde del 24 de abril de 2016

Movilización Nacional contra las Violencias Machistas Pronunciamiento de la Ciudad de México #24A

Hoy 24 de Abril del 2016, nosotras, mujeres feministas, mujeres sin partido, mujeres de todas las diversidades, estamos aquí frente a la historia reciente de México para gritar, exigir y denunciar que estamos hartas de todos los tipos de violencia machista a los que sobrevivimos día a día, desde la más directa, hasta la que proviene de las partes más obscuras de este sistema económico, político y cultural heteropatriarcal capitalista; de este Estado fallido e indolentemente feminicida, que nos reconoce como sujetas fiscales, como mano de obra, como capital intelectual y manual para acrecentar su riqueza, pero nos desconoce como personas, que nos quita la identidad en todos los sentidos, condenándonos a una fosa común en la historia.

Hoy mujeres obreras, campesinas, indígenas, afrodescendientas, mestizas, estudiantas, militantes, maestras, activistas, trabajadoras sexuales y trabajadoras del hogar, artistas, cocineras, lesbianas, bisexuales, heterosexuales, mujeres trans, disidentas sexogenéricas, mujeres de todas las corporalidades, mujeres con diversidad funcional, mujeres de todas las clases, niñas, jovenas, adultas mayores, profesionistas, analfabetas, migrantes, empleadas y con ocupaciones precarias, encarceladas, guerrilleras, presas políticas, parteras, chamanas, mujeres en situación de calle…, tenemos un propósito común: manifestar nuestro absoluto hartazgo, nuestra rabia acumulada en contra de las violencias estructural, cultural e institucional que crecientemente provocan cifras alarmantes de feminicidios, el extremo más grave de estas violencias, que convierte a las desapariciones forzadas y asesinatos de mujeres en manifestaciones brutales de odio.

Hoy nos manifestarnos multitudinariamente para visibilizar estas violencias machistas, pero no queremos dejar esta movilización como un mero acto de rechazo y condena sino que es nuestra vía para DENUNCIAR Y EXIGIR.

En esta movilización contra las violencias machistas, buscamos que la denuncia y la exigencia se conviertan en un inmenso, hondo y duradero grito colectivo que haga temblar las instituciones gubernamentales y privadas, económicas, culturales, de medios de comunicación. Un grito que fracture las columnas sobre la que descansa el heteropatriarcado capitalista que nos domina, oprime, explota y violenta en todo el país y también en nuestra Ciudad.

Venimos también a decirle a los hombres y a los medios de comunicación que somos personas no objetos sexuales, que no somos esclavas domésticas ni propiedad privada de familiares o parejas para que nos manden, golpeen, violen o maten; que tampoco somos propiedad pública para que los hombres se sientan con derecho de tocarnos, agredirnos física o verbalmente o de ninguna forma, por ello, reivindicamos y ratificamos el derecho a la legítima defensa de las mujeres.

Lo que en este pronunciamiento exigimos no debe ni puede quedarse en el archivo de lo postergable, de lo que pueda olvidarse. Cada exigencia a la que aquí llamamos es también una vía de solución que ya incorporamos en nuestras luchas y movilizaciones.

Las mujeres feministas y no feministas aquí reunidas, denunciamos y exigimos que esta Ciudad que se dice “amigable”, que dice estar a la vanguardia de nuestro país, reconozca y enfrente las violencias machistas que las diversas mujeres que somos vivimos en ella día con día y que en este día venimos a denunciar.

Nosotras, ciudadanas, integrantes de la sociedad civil, mujeres sin partido, estamos aquí para denunciar y exigirles a quienes han sido sordos a nuestros reclamos y demandas, sean autoridades de gobierno, propietarios de empresas, ministros de culto, líderes sindicales, policías de a pie o los machos que encontramos en las calles: ¡No más violencias contra las mujeres! ¡Ni una menos! ¡Si tocas a una, respondemos todas!

Queremos, al mismo tiempo, enfatizar que las exigencias que ahora presentamos a todas las mujeres, a los hombres y a los gobiernos local y federal, tienen la gravedad y urgencia de asuntos de emergencia nacional que no pueden, no deben dejarse de lado, cuando se acaban las campañas políticas, o las reuniones con organismos de la ONU, o después de que pasan las fechas del 8 de marzo y el 25 de noviembre, porque no volveremos nunca más a resignamos, a replegarnos al silencio suicida. Con las acciones de este 24a estamos llevando a cabo la mayor movilización de mujeres en toda la historia de México, que relanzará los feminismos en México y nos coloca ya como uno de los movimientos sociales más importantes en el presente de nuestra Ciudad y nuestro país en lucha en contra del Sistema-Estado.

La Ciudad de México, contra lo que pueda pensarse o quieren hacernos creer sus autoridades, es un espacio geográfico, socioeconómico, cultural, administrativo y político donde las violencias machistas las vivimos diariamente las diversas mujeres que allí habitamos, o que transitamos por sus calles y espacios públicos, usamos sus transportes y asistimos a sus instituciones de salud, educación o a sus centros laborales.

En esta Ciudad vivimos la trata de mujeres encabezada por Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, líder priísta quien sigue libre; la detención por tres meses de Yakirí Rubio por haber defendido su vida asesinando al hombre que la violó e intentó matar; el crimen de la activista Nadia Vera, de Yesenia, Nicole, Alejandra y de un periodista en la Colonia Narvarte; la agresión sexual en un transporte público contra Gabriela Nava, estudiante de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM; la situación de esclavitud que vivió la joven Zunduri en la Delegación Tlalpan; el abuso sexual y asesinato de una bebé de dos años, cuyo cadáver fue escondido en una maleta abandonada en la calle; el descuartizamiento de la menor Sandra Camacho en Tlatelolco; la agresión sexual en contra de la periodista Andrea Noel en la Colonia Condesa; las desapariciones forzadas de niñas, jovenas y adultas; las violaciones y asesinatos de mujeres trans, lesbianas y bisexuales, y los feminicidios que son una de las muestras más brutales de descomposición social.

La violencia es cotidiana en los acosos y agresiones sexuales en la calle y los transportes públicos, a pesar de medidas fallidas como los vagones y espacios para mujeres. El acoso y hostigamiento sexuales también están presentes en los centros escolares y académicos, sean públicos o privados, en los que se ha encubierto y protegido a maestros y empleados agresores y que han llevado a denuncias, movilizaciones y campañas de protesta.

En la Ciudad de México las mujeres enfrentamos también la violencia que implica la precarización del trabajo y el salario, con contrataciones temporales, la proliferación del outsourcing así como los despidos, por razones de discriminación, hostigamiento sexual y laboral y favoritismos políticos, como ha ocurrido en delegaciones y en dependencias y entidades del Gobierno de la Ciudad de México, señaladamente en el Instituto de las Mujeres y el Instituto de Educación Media Superior.

Igualmente padecemos prejuicios y agresiones en las consultas ginecológicas y la atención obstétrica, así como en los servicios de salud sexual y los casos de aborto a pesar de la ILE. En esta Ciudad, en los centros de detención y cárceles las mujeres viven en condiciones de abuso y explotación sexual o de abandono, padeciendo hacinamiento, pobreza y estigmatización, que también recaen sobre sus hijos e hijas que viven con ellas. La desprotección y negligencia se extienden a la población en situación de calle, y dentro de ella a mujeres adultas mayores, niñas y adolescentes, quienes se encuentran totalmente invisibilizadas.

A las mujeres que hoy nos movilizamos resulta claro que:

1)El Estado mexicano, en sus diferentes poderes y órdenes de gobierno, es responsable de las violencias machistas en nuestra contra, por incumplimiento de las obligaciones constitucionales y las derivadas de los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, hoy al mismo nivel, que garantizan y protegen nuestros derechos fundamentales, destacadamente a la igualdad y la no discriminación, a una vida libre de violencia, y a los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales. Por ello gritamos con contundencia: ¡Fue y es el Estado!

2) Vivimos una situación de guerra contra nosotras, y que las violencias machistas son responsabilidad de la cultura, las instituciones públicas y privadas, las familias y las iglesias,.

3) El Estado debe cumplir con sus responsabilidades hacia las mujeres mexicanas, pero que no nos quedaremos sin hacer nada ante la impunidad y la complicidad que nos discriminan, violentan y asesinan. No estamos obligadas a la sumisión y no tomaremos responsabilidad por ninguno de los actos criminales cometidos por machos contra nosotras, por más que los medios y la opinión pública traten de responsabilizarnos por la manera en la que vestimos o los lugares que frecuentamos, lo que hacemos o no hacemos cada vez que somos víctimas de criminales machistas.

Por todo esto:

Exigimos cese el favoritismo judicial hacia los hombres criminales en procesos penales, también que se capacite en materia de violencia de género, continua y ampliamente a todas las personas que laboran en instituciones gubernamentales, incluyendo ministerios públicos, escuelas y hospitales, ya que es un mandato legislativo que no se re-victimice a las denunciantes, cuando es desde las mismas instituciones desde donde a diario se nos violenta.
.
Exigimos oportunidades de educación y trabajo, seguras, dignas, inclusivas y suficientes para nosotras. Exigimos cárcel a violadores y pederastas sin que se culpe a las víctimas por la violencia de la que son objeto, sin que se le permita a los padres de niñas casarlas, venderlas o prostituirlas impunemente con la excusa de que son propiedad de los padres. Exigimos al gobierno mexicano que se pongan en marcha mecanismos no solo de castigo sino pedagógicos para combatir el machismo existente en el país, porque es evidente que es necesaria la reeducación social, que se enseñe a los hombres a no acosar, a no violentar, a no golpear, a no amenazar, a no violar, a no esclavizar, a no abusar y a no matar a las mujeres y niñas. Exigimos el cese de los mensajes de odio, que se castigue a quien difunda estereotipos sexistas que promuevan la violencia de género y la misoginia.

Exigimos que se pongan en marcha todos los mecanismos necesarios para detener los feminicidios y encarcelar a los responsables; exigimos la libertad de las mujeres presas por abortar, la libertad de las mujeres que en defensa propia han herido o matado a sus atacantes y la libertad de las presas políticas. Exigimos que no se criminalice el legítimo derecho a la autodefensa de las mujeres.

Exigimos se incorporen a la normativa nacional y a la primera Constitución de la Ciudad de México, en la definición de la discriminación, el sexismo, la misoginia, el machismo, la lesbofobia, la bifobia, la transfobia y la intersexfobia; así como tipificar penalmente los lesbofeminicidios, los bifeminicidios y los transfeminicidios, como crímenes de odio. Exigimos el acceso de las mujeres a los espacios de participación política y pública y el sistema de paridad y condiciones efectivas de equidad.

Exigimos el cese al acoso y hostigamiento sexuales en las escuelas públicas y privadas, que no se encubran a maestros y empleados agresores y que se le deje de exigir a las niñas el uso obligatorio de la falda como uniforme, ya que eso es discriminación sexual. Exigimos que se castigue a los pederastas de la iglesia católica y que ésta deje de entrometerse en materia legislativa, en temas de derechos reproductivos de las mujeres. Exigimos también educación sexual laica y libre de prejuicios y estereotipos sexistas para todas las mexicanas y mexicanos; el acceso a los métodos anticonceptivos y la despenalización del aborto a nivel nacional de manera que éste sea seguro y gratuito, en nombre de nuestra autonomía corporal y nuestros derechos reproductivos. Exigimos derechos laborales para las trabajadoras sexuales porque viven en la vulneración extrema. Exigimos un alto a la trata de mujeres e infantes, que es el segundo negocio ilegal más redituable del mundo, así como el encarcelamiento inmediato de toda la gente involucrada en las redes de trata, desde proxenetas hasta policías y autoridades corruptas. Por último demandamos un alto a la invasión y depredación de las comunidades indígenas y nos unimos a las exigencias de las compañeras que resisten en los pueblos originarios.

Hay que decir a viva voz que la misma justicia que es responsable de la verdad histórica sobre los feminicidios y las masacres en Aguas Blancas, Acteal, Tlatlaya, las desapariciones de mujeres y de los normalistas, es la misma justicia en la que se amparan quienes viven de la trata de mujeres, el que juzga que las periodistas y comunicadoras que han encarado al poder deben indemnizar a políticos consumidores de sexo comercial, es la misma justicia omisa que consigna a las mujeres que en legítima defensa de su vida terminan con sus agresores, son los mismos que protegen a violadores y promueven de esta manera la impunidad.

En esta ciudad donde no se puede transitar sin ser acosadas, donde las víctimas de violencia son revictimizadas en las burocratizadas instituciones, donde los agresores son cómplices y compadres del macho “progre” que ha pintado la ciudad de rosa, donde el feminismo burgués sirve de parapeto y sello de certificación para financiamientos internacionales, donde Los Pinos ha encontrado en esta nueva entidad su seguro patio trasero. Esta nueva entidad no es territorio libre de violencia, de machismo, de injusticia y de impunidad.

Las feministas aquí estamos, ya volvimos a salir, somos y seremos incómodas, no descansaremos, somos manada, no volverán a dormir tranquilos todos los acosadores, los corruptos, los proxenetas, los agresores, los machistas, los sexistas, los agresores, los y las políticas mentirosas.

Porque Vivas Nos Queremos
Todas a las Calles #24A

Comentarios cerrados.