El anarquismo no apareció en escena, ya estaba

rfmPor Antijuras

En medios “contrahegemónicos” o “contestatarios”, o simplemente “objetivos” según sus directores por oponerse en el discurso a los grandes capitales pero no necesariamente en la acción (viven de la publicidad también), se niega (y hasta se combate) la existencia de un sector revolucionario en activo: lxs anarquistas.

Se niega su existencia de la misma forma que se niega la existencia de un/a indígena, hablando de ellxs volviéndoles cifras, nombrando su categoría al ser detenidxs, apresadxs, secuestradxs, muertxs. Cualquiera siente el derecho a mofarse del anarquismo, a reírse de los ideales y los actos más confrontados durante siglos por los grandes medios, los grandes capitales y los amos “civiles” del Estado: el ideal de la vida sin amos, sin obediencia, sin propiedad privada, sin estructuras de coerción al espíritu y a la fuerza inventiva que posee la humanidad.

Nos enseñan la revolución mexicana, diciendo que Ricardo Flores Magón era periodista, que creo un partido político, pero no que participaba activamente en la organización de los obreros, que con su grupo de amigos fue gérmen de la huelga de Cananea. Influyó en las ideas de Zapata, con quien mantuvo amistad y compartió correspondencia. No se nos explica que era anarquista, ni lo que es el anarquismo.

Se puede apoyar, desde La Jornada o Proceso, una manifestación contra una institución que “puede/debe ser mejorada”. No les llaman porros, no les llaman provocadorxs, les llaman “ciudadanos”, término burgués que nos iguala a todxs en una categoría, repartiendo a todxs por igual la responsabilidad del desastre, omitiendo las desigualdades que dan origen al sufrimiento de grandes cantidades de vidas, de personas, no de cifras.

¿Por qué negar, en omisión consciente, el papel de las luchas anarquistas? Un espacio okupado, autogestionado por más de 15 años, no puede sostenerse sin organización. Pero se difunde siempre la idea de que anarquía es desorden. No pueden imaginar una sociedad sin autoridad. Cada acto de rebelión debe estar inscripto en una estrategia a largo plazo, coordinada, ejecutada por subordinados a un dictador, un general, un capitán, un líder. Si las luchas se inscriben en la historia de las rebeliones, sólo por rebelarse, por el placer y la imperiosa necesidad del espíritu de hacer frente a un poder que se pretende nuestro dueño, pero no está acompañada de una organización que presente su programa como la panacea, entonces es un acto vandálico, una estupidez, es una provocación inútil, es una pérdida de tiempo y energía, es un obvio objeto de la censura y justa acción de las “autoridades” punitivas: ¡a pegarles todos, para mostrar que los demás proyectos no son malos como estos actos espontáneos!

Entre las luchas que tienen voz autorizada en los medios que se proclaman luchadores de la verdad y en pos de la justicia, como son el socialismo, las ONG que pelean por una sociedad nueva, por un Estado de Bienestar, las guerrillas que pretenden una dictadura del proletariado, religiones que prometen un cielo allá a lo lejos después de muertos, y el accionar anarquista en todas sus variantes, está la diferencia de que la anarquía ya conquistó la libertad hoy, la ha conquistado siempre desde que la persona se asume anarquista, lxs otrxs esperan arribar a ella, o mejor, que se les dé.

No les entra en la cabeza que pueden ser libres ahora. Hay que tener una carrera para poder tener un buen trabajo, tener un buen sueldo, para poder ayudar. Hay que tener autoridad para hablar, ser el sr. Ackerman, doña Aristegui, la dra. Dresser, para generar opinión, para generar historia, para generar discursos listos a ser reproducidos por “lxs inconformes”.

La anarquía ya existe. No es una utopía. El Okupa Che es integrado en parte por personas que integran una más descomunal red de nodos, incontables, de libertades que se articulan y socavan el desertificante mundo de instituciones asesinas o transformadoras, esas que pretenden articular a través de nuevas hegemonías una sociedad que, por el ejemplo de sus prácticas, sin duda sólo tiene otro nombre (llamémosle Partído Político, Revolución Socialista, Nuevo constituyente), pero lleva a lo mismo: unxs que mandan, otrxs que obedecen.

La libertad no será conquistada; por la libertad que ya tenemos es que hacemos barricadas. ¡Cuánto miedo tienen “lxs inconformes” al fuego! Defienden el orden, proponen dar flores a quienes les apalean. Idolatran viejos revolucionarios (y rara vez alguna revolucionaria), que fueron personas de fuego y sangre, pero claro… eran líderes, su virtud era que no abusaban(?) del poder que se les confería(?)…

Ya no es hora de hablar de boicot a los medios hegemónicos, ni a los demás convencionales. ¡Sigamos construyendo la nueva sociedad antiautoritaria! Por la libertad que tengo, en la libertad que experimento, como individualidad insurrecta, toda solidaridad con el compa Yorsh, secuestrado por la narco-corporatoligarquía.

Antijuras

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