Resistir ante la guerra. Algunas historias a propósito de la compartición CNI-EZLN en La Realidad Zapatista.

AnaLauraResistir ante la guerra,
un acto de reconocer nuestras vergüenzas,
alzar la dignidad y fortalecer la organización.  

Algunas historias a propósito de la compartición del
Congreso Nacional Indígena (CNI) en La Realidad Zapatista.

Rene Olvera Salinas*

Los siguientes son algunos pensares y sentires convertidos en historias pequeñas a propósito de la compartición entre distintos pueblos originarios en el Congreso Nacional Indígena, en la comunidad de La Realidad, Chiapas-México el pasado 9 de agosto. Pensares y sentires desde La Realidad Zapatista.

Sobre el camino/horizonte que es La Realidad Zapatista

A La Realidad Zapatista no es que unx llegue de madrugada o de tarde, unx llega cada vez que parimos la resistencia en colectividad en cualquier parte del mundo; con ese  acto se teje un amarre más entre lxs zapatistas y nosotrxs, se construye la posibilidad de recuperar nuestros territorios y hacer efectiva la consigna “Pueblo manda/gobierno obedece”, se avanza en la Sexta que somos. Por ello, La Realidad Zapatista es más que una comunidad pequeña en la puerta de La Selva Lacandona, es resistencia cotidiana contra la guerra en que morimos, es camino y horizonte en tanto que queramos vivir dignamente.

Pero parir la resistencia en colectividad no es sencillo, para ello hay que reconocer que estamos en Guerra y que nos están matando, de a poco o de manera fulminante; que nos han estado matando de diferentes maneras desde hace más de quinientos años; que son millones las historias de explotación, humillación y despojo que llevan los nombres de nuestrxs padres, abuelos, tatarabuelos y ahora los nuestros; es necesario sentir la vergüenza de las tantas veces que hemos negado ser parte de esa realidad, por deseo o por imposición, con nuestras palabras o con nuestras acciones, en ese intento fracasado de limpiarnos la mácula del desprecio como destino, diseñando una máscara con el rostro del opresor.

Pero para caminar La Realidad Zapatista fundamentalmente hay que aprender a localizar nuestro rostro individual y colectivo en un recodo del mirar de nuestros pueblos, y con ello descubrir la terrible fuerza del sonreír en el mismo momento que se grita con rabia al asesino. Aprender que la sonrisa y la rabia no pueden ir separadas a riesgo de morir de pena, que siempre van de la mano en el momento que se defiende el territorio y todo lo que hay en él: el alimento, la casa, la salud, las formas propias de gobernarnos, de tomar decisiones colectivamente, de construir los si y los no de la forma en que queremos vivir. En suma, aprender de las resistencias pasadas y presentes de nuestros pueblos del campo y la ciudad, esas que levantan vida y sonrisas, ahí donde mero está la muerte.

“Volver a ser nosotros”

Días antes de llegar como escucha a la compartición del CNI en territorio zapatista, lxs compas de Pueblos en Camino [http://www.pueblosencamino.org] habíamos podido conversar con Don Félix Díaz, indígena Qom y Qarashe de La Primavera, una pequeña comunidad en el norte de la Argentina que resiste dignamente a su exterminio por parte de diversos proyectos de muerte.

En un momento de aquel maravilloso intercambio, Don Félix expuso enfáticamente que “con hambre, con humillación, no es posible luchar” y que para alimentarse, sanarse, cultivar la memoria y resistir, tuvieron que volver a ser ellos, refiriéndose al ser Qom, éstas fueron sus palabras:

Para nosotros, al poder salir de ese problema [los que la lucha impone] es como volvemos a ser nosotros. Al volver a lo que es uno siempre encuentra la salida de un problema. Porque cuando empezamos a hacer esto [resistir], los cazadores que estaban inactivos volvieron a cazar, los pescadores fueron a pescar, las mujeres fueron a recolectar. Entonces esos mecanismos que los políticos decían ´dejénlos a los indios que se mueran de hambre, dejen a los indios que van a salir solos que no van a tener que comer´. Entonces, los hermanos que tienen esa capacidad, usaron para poder hacer una estrategia de lucha. Y en esa política en general, nadie lo sabe, una herramienta muy importante para nosotros es la lengua materna, el Qom; hablábamos en reuniones, en asamblea y nadie entendía de lo que nosotros planeábamos porque nadie le daba importancia a lo que es ser indígena, porque se ha menospreciado la capacidad del ser indígena y el resultado es eso. Al retomar lo que es la propia identidad y usar lo que uno sabe es una forma de ser natural y no hacer una política copiando una ideología, una doctrina, a través de la integración de las organizaciones sociales. Usar desde el método indígena para poder luchar como pueblo indígena, y eso creo que fue fundamental porque los hermanos traían agua desde el monte donde están los cardos, y esa agua que está ahí depositada en esos cardos juntaban agua de lluvia puras y sanas, se colaban y se purificaban para poder consumirla, y los alimentos se traían del monte, del campo, de las lagunas. Y eso creo que fue como una mirada adentro del mundo indígena y ya nos olvidamos de pedir a los municipios, a los gobiernos para que nos den mercadería, medicina. Entonces hemos podido aguantar casi un año fuera de nuestra casa, cuatro meses y medio ahí en la ruta y siete meses acá en capital federal en la avenida 9 de julio, y hasta ahora no hemos tenido respuesta [del gobierno]. ¿Y cómo mantenemos eso? Es porque nosotros sabemos, entendemos, que usando la estrategia indígena es algo que nadie sabe pero nosotrxs si sabemos porque vivimos y somos de ese mundo.

Volver a ser Qom para alimentar y saciar la sed del pueblo que resiste; volver a ser Qom para dignamente dotarse por sí mismo de las condiciones necesarias para reproducir la vida, con dignidad, sin pedir a los gobiernos; volver a ser Qom para fortalecer la organización; volver a ser nosotrxs. ¿Cómo volver a ser nosotrxs en el campo y la ciudad, cómo recuperar y dar vida a esos espacios de comunidad aún existentes, esos que están en contra de la lógica del afán de dominación y lucro? Con esas preguntas en el corazón y en la cabeza llegue a escuchar la palabra de decenas de pueblos originarios de México.

La muerte, la desaparición, la cárcel y el hostigamiento
para quienes intentamos volver a ser nosotrxs

Desde La Realidad Zapatista, el Congreso Nacional Indígena hizo una Primera Declaración [http://espoirchiapas.blogspot.mx/2014/08/cni-ezln-no-olvidamos-nuestrs-muerts.html], nombrando a nuestrxs muertxs, desaparecidxs, y presos más recientes, anteponiendo su historia de lucha por volver a ser nosotrxs a la estadística a la que los de arriba quisieran reducir, nos puso frente a La Realidad, expuso el dolor de la guerra y la vergüenza de que aún no nos reconozcamos en esas historias, así como el reto de que resuenen hasta hacer justicia, encontrarlxs y/o lograr su libertad.

Nuestros muertxs:

Compañero Galeano, Manuel Santiz Culebra, Daniel Gómez Pérez, Victorio Vázquez Gómez, Miguel Pérez Jiménez, Ignacio Pucuj Luna, Alonso Vázquez Gómez, Lorenzo Gómez Pérez, Antonio Vázquez Luna, María Pérez Oyalté, Marcela Capote Ruiz, Marcela Pucuj Luna, Catalina Luna Pérez, Manuela Pérez Moreno o Manuela Paciencia Moreno, Margarita Méndez Paciencia, Marcela Luna Ruiz, Juana Pérez Pérez o Florinda Pérez Pérez, María Gómez Ruiz, Verónica Vázquez Luna, Paulina Hernández Vázquez, Susana Jiménez Luna, Rosa Pérez Pérez, Antonia Vázquez Pérez, Marcela Vázquez Pérez, Juana Luna Vázquez, Juana Gómez Pérez, María Capote Pérez, Marcela Capote Vázquez, Martha Capote Pérez, Rosa Vázquez Luna, Loida Ruiz Gómez, Micaela Vázquez Pérez, Josefa Vázquez Pérez, Sebastián Gómez Pérez, Juana Pérez Luna, Roselina Gómez Hernández, Lucía Méndez Capote, Graciela Gómez Hernández, María Luna Méndez, Silvia Pérez Luna, Vicente Méndez Capote, Micaela Vázquez Luna, Juana Vázquez Luna, Alejandro Pérez Luna , Juan Carlos Luna Pérez, Guadalupe Gómez Hernández, Juan Vázquez Guzmán, Juan Carlos Gómez Silvano, Filemón Benítez Pérez, Antonio Benítez Pérez, María Núñez González, Vicente Pérez Díaz, Héctor Regalado Jiménez, Pablo Jarquín Ruiz, Maximino Salinas Hernández, Carlos Sánchez López, Manuel Posada Chévez, Aristeo Flores Rolón, Nazario Aldama Villa, Juan Monroy, José Luis Rosales Conteras, Diego Ramírez Domínguez, Simón Pineda Verdía, Simón Pineda (hijo), Quintín Regis Valdez, Erik Nemecio Domínguez, Ernesto Nicolás López, Pedro Nazario Domínguez, Pedro Guzmán Ramírez, Ambrosio Verdía Macías, Francisco Verdía Macías, Pedro Leyva, Isidro Mora Domínguez, Feliciano Cirino Domínguez, Jonathan Verdía Gómez, Fortino Verdía Gómez, Nicolás de la Cruz Rojas, Rafael de la Cruz, Juan Faustino Nemesio, J. Trinidad de la Cruz Crisóstomo, Crisóforo Sánchez Reyes, Teodulo Santos Girón, Feliciano Corona Cirino.

Nuestros desaparecidos:

Celedonio Monroy Prudencio, Agustín Mancilla Partida,  Javier Martínez Robles, Gerardo Vera Orcino, Francisco de Asís Manuel, Enrique Domínguez Macías, Martín Santos Luna, La familia Guzmán Cruz, de nombres Amafer, Solón, Armando, Venustiano, José de Jesús Guzmán Jiménez, Teodulfo Torres Soriano, Flabio Granado Llanos, Cornelio Viberos Venabidez.

Nuestrxs presxs:

Alejandro Regalado Jiménez, Álvaro Sebastián Ramírez, Justino Hernández José, Eleuterio Hernández García, Abraham García Ramírez, Zacarías Pascual García López, Agustín Luna Valencia y Fortino Enríquez Hernández,Pablo López Alavez, Dionisio Tapia Isidro, Sixto José Miramar, Filomeno Ortiz Antonio, Enedina Rosas Vélez, Juan Carlos Flores Solís, Alejandro Díaz Santís, Rubén Díaz Orozco, Rómulo Arias Mireles, Pedro Sánchez Berriozabal, Teófilo Pérez González.

Nuestrxs compañerxs que están en la mira, con órdenes de aprensión o siendo hostigadxs:

Mariano López Gómez, Raymundo Regalado Jiménez, Carlos Sánchez Martínez, Avelino Velazques Tapia, Eusebio Aguilar Torres, Alejandro Torres Chocolatl, Adela Ramos Villalba, Juan Álvares Tapia, Federico Villalba Ramos, Cirilo Rojas López, Casiano Pérez Magallón, Jorge de los Santos Pérez, Vicente Paredes Perales, José Abraham de la Rosa Sanabria, Ismael de los Santos González, Petra Sanabria Claro y Manuel Alejandro Jacobo Contreras, Salvador de la Rosa Paredes, María Eugenia Toxcoyoa, Cemei Verdía Zepeda, Rey Pérez Martínez, Santos Alejandro Álvarez Zetina, Carmen Ruiz Martínez, Raúl Javier Gatica Bautista.

Resistir a la guerra, ese volver a ser nosotrxs,
es una lucha contra el despojo y por la defensa del territorio
para que en el florezca la vida

Las heridas de una guerra letal como la que morimos están por todas partes del territorio mexicano y en el mundo, cientos son las historias de despojo, explotación, invasión, represión, pasadas y presentes, 29 las que pudimos escuchar en el Caracol de La Realidad, heridas con las que los pueblos comienzan a luchar para no ser masacrados, “de donde nace nuestra determinación y nuestra rebeldía”, como señala la Segunda Declaración del CNI sobre el despojo de nuestros pueblos [http://www.pozol.org/?p=9702].

En estos días pudimos ser partícipes de un encuentro entre pueblos originarios, entre sus bases, haciendo suyos los dolores y las esperanzas de los demás, proponiéndose mirarse en el otro como un espejo que muestra nuestras propias vergüenzas, fortalezas, dignidad y organización, y al mismo tiempo abriendo un espacio para un encuentro futuro con otros sectores: trabajadorxs del campo y la ciudad, amas de casa, estudiantes, jóvenes, no sólo de México sino del mundo, en el Festival Mundial de las Resistencias y Rebeldías contra el Capitalismo [http://www.pozol.org/?p=9705], dando un soplido más al fuego de la Sexta que somos.

De entre los 29 espejos en los que pudimos mirarnos, los siguientes son apenas tres:

  1. La resistencia del Ejido de San Sebastían Bachajón en el municipio de Chilón, Chiapas. Ahí, los compañerxs resisten colectivamente al despojo de su tierra, agua y cultura, las cuales, para los poderosos son solo mercancías con las cuales edificar un complejo turístico de élite, mientras para los ejidatarios adherentes a la Sexta, son los elementos fundamentales para la vida.
  2. La resistencia en territorio Chinanteco, en el estado de Oaxaca, donde a través de la imposición de reservas ecológicas, se ha intentado arrebatar el control territorial de los pueblos, y las decisiones sobre la construcción de proyectos de destrucción como la carretera Tuxtepec-Huatulco, y el Corredor Turístico Chinanteco.
  3. La resistencia de las comunidades ñatho de San Francisco Xochicuautla y Huitzizilpan, en el Estado de México en contra del proyecto carretero privado Toluca-Naucalpan de la empresa Autovan, destruyendo 23 kilometros de bosque, el cual está ligado al proyecto Gran Reserva Santa Fé, donde se pretenden construir casas de lujo y clubs de golf.

Espejos que lanzan preguntas, que nos cuestionan nuestra posición en esta guerra, ¿Cómo comenzaremos a miramos en estas historias de resistencia? ¿Qué aprenderemos de ellas para luchar en nuestros propios territorios y cómo las acompañaremos en esas que se espera sean ya, de una vez por todas, heridas compartidas? ¿Cómo, en las ciudades en las que vivimos, volvemos a ser nosotrxs para confrontar a lxs que nos despojan? Todas estas son preguntas que en el camino de la Sexta siempre han estado presentes y hemos dejado pendientes y que es urgente comenzar a discutir en asambleas locales, municipales, estatales o regionales, así en colectivo, con adherentes, con simpatizantes, con estudiantes de la escuelita zapatista, con colectivos, organizaciones políticas, organizaciones sociales, con personas de buen corazón, pero desde abajo y a la izquierda y en el piso común que hemos venido construyendo desde el 2005. ¿Al Festival Mundial de las Resistencias y Rebeldías contra el Capitalismo, llegaremos a compartir herramientas para vencer al enemigo común que tenemos y que tiene diferentes nombres, o solo a mirar la guerra y la resistencia desde un afuera aparente mientras nos siguen matando? Ahí están sobre la mesa las posibilidades que nuevamente los pueblos originarios nos ponen en el camino a los trabajadores de la ciudad, esta vez a nivel mundial.

Un deber cumplido

Entre los aprendizajes del cierre de la compartición y algunos ratos de descanso pude encontrarme con un miliciano responsable de la Oficina de Vigilancia, el motivo era arreglar una posible visita a la familia con la que nuestra compañera Ana Vilchis había estado en el Caracol de La Realidad en la escuelita zapatista. Quería, a nombre de nuestro pequeño colectivo Zapatéandole al Mal Gobierno, agradecerles el cariño y las enseñanzas que para con Ana tuvieron, así le hubiera gustado a ella hacerlo pero se le atravesó la traviesa muerte. Sin embargo alcanzo a escribirlo y así nosotrxs queríamos acercarle a la familia sus palabras. El compañero miliciano no lo permitió pero llegó a manos de la familia, a través de la comisión respectiva, a cargo de tres jóvenas, que al escuchar la historia identificaron de quiénes se trataba, familia y estudianta, y su rostro se llenó de sorpresa y pena, para después cubrirse de alegría al explicarles que llevaba su palabra que había alcanzado a plasmar. Ahí quedo el deber cumplido de la compa Ana Vilchis, quien pudo contarle al mundo que otro mundo es posible ahí, en La Realidad Zapatista. [http://www.pueblosencamino.org/index.php/asi-si/economias-alternativas-solidarias/764-ts-akatal-una-mujer-digna-y-rebelde-compartiendo-con-mujeres-dignas-y-rebeldes-en-la-escuelita-zapatista]

A la vuelta de territorio zapatista,
una historia de dignidad,  organización y vida

Concluida la compartición del CNI, fuimos de vuelta a la ciudad, así como habíamos llegado, en camionetas de redilas. Me tocó ir en la cabina y recibir una lección de vida entre la lluvia y las nubes espesas rondando el caminar del “pájaro carpintero”. Aquél compañero que manejaba siempre sonriente andaba en los treinta y tantos y era base de apoyo zapatista. Sabía muy bien que en Chiapas hay guerra para desplazar a los pueblos originarios y quedarse con su territorio y no sólo que hay desplazamientos por una guerra sin motivos aparentes. En 1997, cuando los paramilitares entraron disparando a su comunidad, él se refugió en una fosa y así salvó la vida. Lo que vendría después fue difícil y doloroso, dejar la comunidad para ir a vivir a un nuevo poblado, dejar el lugar donde se nació, donde se quedan recuerdos de vida y los propios muertos, jamás regresaría a ese lugar. Lo que se llevó consigo fue la dignidad y de esa herida honda saco fuerza para resistir, ahora en los trabajos colectivos de su nueva comunidad, sirviendo al pueblo. Tras el volante del “pájaro carpintero” está la historia de un compañero que, de la mano de su comunidad, sembró vida y una sonrisa ahí donde mero esta la muerte que nos da como único destino el poderoso.

*Rene es adherente a la Sexta, integrante de los espacios políticos colectivos Za-patéandole al Mal Gobierno y en Cortito que´s pa´largo.

Comentarios cerrados.