Del machismo-leninismo al anarco-machismo, caminos de liberación

Tras 40 años, otra vez en los 70s hubo intensos debates que denunciaban las posturas puramente economicistas de buena parte de las luchas de liberación. Se fue planteando como horizonte general que la liberación contra el capitalismo es una lucha de clase, raza y género, y contra toda opresión posible. Así se nacieron luchas donde la contradicción étnico-nacional y la contradicción de género impulsaron procesos de liberación.

Estos días se han dado duros debates sobre estos temas, mientras los últimos 30 años hemos vivido el tránsito del machismo-leninismo al anarco-machismo como posturas al interior de los movimientos.

El patriarcado es el sistema, el machismo la ideología y el hostigamiento, los albures y los piropos la lengua franca.

Hay quienes dicen que luchan por horizontes de liberación y aún miran y tratan a las compañeras de lucha como esclavas sexuales, que deben aceptar sin rechistar las actitudes machistas, las agresiones sexuales, los hostigamientos, los piropos y los albures, la minimización y nulificación de su palabra, como si ello fuera parte de los derechos de los hombres en lucha. En el siglo XXI en muchos espacios todavía está bien cerquita ese mundo que la anarquista mexicana Lucía González en el siglo XIX resumía: Las mujeres somos las esclavas de los esclavos.

Sin embargo también hay montón de comunidades, colectivos y espacios de lucha que afrontan cotidianamente la liberación contra la opresión por género. Ahí se van impulsando nuevas prácticas, liberadoras, se discute, se teoriza, se organizan debates y talleres, se piensan y se ejecutan nuevas prácticas cotidianas, se forma a las generaciones que siguen.

Y todos y todas tenemos pendientes, vicios, puntos ciegos; pero es clave mirar en todas las trincheras de lucha la opresión por género y desterrarla para que no vuelva más nunca.

Declarar sobre la acción ilegítimas todas las actitudes que afirman luchar por la liberación y que son actitudes y políticas opresoras por género.

El machismo no debe tener lugar nunca más en nuestros espacios de lucha, comunidades, colectivos, organizaciones, asambleas, cotidianidades, articulaciones.

No se puede luchar por la liberación y oprimir en el mismo movimiento. Si se lucha, se libera. Lo contrario es militar profundos procesos de corrupción política.

El machismo, las agresiones sexuales, el hostigamiento, la minimización de la palabra de las compañeras y la falta de respeto a su dignidad humana deben desterrarse para siempre de los espacios y las colectividades si es que ahí se quiere seguir afirmando que se lucha, si es que no nos hemos pasado al lado del enemigo.

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