Sicarios de la comunicación

Sicarios de la comunicacionDentro de la historia de la contrainsurgencia contra los pueblos que se oponen a la injusticia y se rebelan, al lado de los ejércitos y las policías se dan los grupos paramilitares, y junto a ellos los sicarios, y junto a unos y otros sus equivalentes en la comunicación.

Los paramilitares y los sicarios permiten al gobierno de turno realizar ejecuciones que las leyes no les permiten a los cuerpos militares y policíacos, aún cuando estos últimos las infringan regularmente, las masacres a manos de militares y cuerpos policiacos en México son un largo capítulo que puede abarcar una enciclopedia completa.

En el campo de la comunicación también vemos la existencia de estos grupos de paramilitares y sicarios, los paramilitares de la comunicación y los sicarios de la comunicación.

La comunicación gubernamental tiene sus ejércitos y policías, conformada por sus oficinas de prensa, agencias de información oficial, voceros y por los periodistas, reporteros y columnistas de los medios oficiales, es decir, los que están orgánicamente y financieramente bajo el control del estado. Aquí se abarca desde la oficina de comunicación social de la presidencia de la república y Notimex, pasando por las radios del IMER, canal 22 y canal 11 y llegando hasta oficina de comunicación social de los municipios de todos tamaños y los promotores de los programas sociales del gobierno que siempre presentarán las bondades del gobierno de turno que nos tiene en las mismas orillas del paraíso terrenal.

Tiene sus grupos paramilitares, que no dependen orgánicamente del estado, pero cuyas políticas editoriales son directamente dictadas por los gobernantes de turno y que reciben buena parte de sus ingresos de las arcas gubernamentales a través de contratos publicitarios. Aquí se agrupan sin grandes distinciones los medios comerciales de todos tamaños, desde Televisa, TV Azteca y la prensa nacional, hasta el pasquín que circula en la cabecera municipal de la comunidad más recóndita en las montañas o en las selvas. Como cualquier grupo paramilitar estos medios hacen cosas que a los medios oficiales no les está permitido, que van desde generar desinterés hacia los asuntos de importancia nacional, ensalzar de manera grandilocuente las políticas gubernamentales, ejercer la censura y la negación al derecho de réplica, calumniar, difamar y criminalizar a quienes reivindican derechos constitucionales.

Y tiene a sus sicarios. El sicario de la comunicación tiene por objetivo, previo pago, la aniquilación de quienes luchan contra la injusticia. Los podemos observar cotidianamente en los medios comerciales de todos tamaños, las grandes televisoras y cadenas radiales, la prensa nacional, las radios medianas y chicas, los periódicos locales incluyendo a los de una sola hoja, y en páginas de internet, blogs, facebooks y tuiters. Estos sicarios de la comunicación reciben un pago por ir y abatir a una persona concreta que lucha contra la injusticia, un colectivo, una organización, una comunidad o incluso a un movimiento. Les vemos así ir y tratar de aniquilar a una madre que busca a su hija desaparecida, a unos profesores y unos estudiantes normalistas que luchan por que se pueda ejercer el derecho a la educación, a unos trabajadores y trabajadoras que exigen poder ejercer sus derechos laborales, a unas familias cuyos hijos fallecieron en un desastre natural o en una masacre del narco, a unas periodistas que hacen investigación independiente, a grupos de mujeres que luchan contra los feminicidios, a unas comunidades que luchan por que las mineras, petroleras y otros megaproyectos no les despojen de sus tierras.

Hay diversos estilos de sicarios de la comunicación, desde los que en los comentarios de los diarios, de facebook y twitter reducen sus argumentos a mentadas de madres y a acusar de “rojillos”, “anarcos” o “subversivos” a quienes luchan, pasando por quienes juegan al sofista y sin tener en absoluto la razón inventan cualquier argumento sin sentido, inventando datos y fuentes, para “ganar” la discusión, hasta los que disfrazados de académicos hacen citas “históricas”, “científicas” y fingen una actitud dialogante, pero siempre con el mismo objetivo: abatir a quienes luchan por justicia.

Si en el campo general de la contrainsurgencia el ejército, la marina, la policía federal y las policías estatales y municipales mantienen un estado de sitio nacional contra la población, los grupos paramilitares y del narco realizan un hostigamiento cotidiano contra comunidades y territorios concretos que tiene por fin reducir el ejercicio de derechos de la población, desplazamiento y reorganización de los territorios en función de intereses del capital nacional y transnacional, ahí el papel de los sicarios es de ejecutores, cuerpo especial de aniquilación que contribuye al estado de terror.

Por su lado, en el ámbito de la comunicación, las oficinas de prensa gubernamentales  y voceros oficiales de todos los niveles tienen la misión de presentar el holograma de un estado de pleno derecho que no existe en la realidad, al presentar al gobierno como una democracia que dialoga con su población. Los paramilitares de la comunicación o medios comerciales tienen la misión de reforzar ese holograma hostigando permanentemente a la población quien en diferentes intensidades reivindica poder ejercer este derecho o aquel. Ahí, el sicario de la comunicación también es un matón, un cuerpo especial, el verdugo que va y ejecuta públicamente, simbólicamente, a quien se sostenga en su exigencia de justicia. Como pocos y pocas tienen acceso a los medios masivos de comunicación, la voz del sicario de la comunicación es ley. Si el sicario cuenta con la fuerza bruta de su arma de fuego, el sicario de la comunicación cuenta con la fuerza bruta del medio de comunicación masiva.

Pero todos estos ejércitos, paramilitares y sicarios incluídos los de la comunicación no se van de largo, por que en la historia nacional la gente no se rinde y no se deja en sus reivindicaciones de justicia, y esa gente además de organizarse en diversas formas de lucha también se toma las herramientas de la comunicación, y denuncian el holograma y la dictadura debajo de este, y en pie de lucha resisten y construyen otra cosa, que en algunos lugares ya se empieza a ver tras décadas y siglos de lucha.

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